--Foto movida hace referencia a una etapa convulsa de la historia de España, pero también a una imagen que aparece en la novela en torno a la que gira la trama...

--Es un pequeño juego de palabras y guiños. La excusa de la foto en el libro es un detalle muy pequeño, es, en realidad, un guiño a la movida musical y a una época muy movida en todos los aspectos; y, al mismo tiempo, hay otra foto, ya que pretendo hacer un retrato bastante amplio, no solo de la música, sino también de la política y de la situación social. Es un juego de palabras, aunque, fíjate, luego he tenido cuidado en la novela y la única vez que aparece la palabra movida es cuando aparece la fotografía.

--¿Y no le ha costado esfuerzo no utilizarla?

--Yo recuerdo aquellos años, era mi primer año en la radio, en el 83... No se utilizaba tanto la palabra movida como se utilizó después. Cuando estaba ocurriendo sí que se nombraba ocasionalmente, pero no era tampoco una referencia constante. No he tenido necesidad de que los personajes hablasen de la movida, se hablaba de las canciones, de los conciertos, de las drogas, de todo, pero no con esa palabra en la boca continuamente...

--Centra la novela en unos meses muy concretos y muy movidos, ¿están elegidos por algo en concreto?

--Quería ir al otoño de 1983 porque yo no recuerdo en mis 54 años de vida, una sucesión de tragedias en solo 20 días, en una misma ciudad como la que vivió Madrid, donde está ambientada la novela. Recuerdo que me impactó mucho porque se estrelló un avión, a los diez días chocaron dos aviones, y diez después se quemó la discoteca Alcalá 20. En total, hablamos de trescientos y pico muertos. Esas tres tragedias me conmocionaron hasta el punto de que no las he olvidado nunca. Y, al mismo tiempo, todo el ambiente musical que reflejo tan divertido también estaba conviviendo con todo aquello. Junto a ello, era el primer año de gobierno socialista y justo en ese periodo se dio el nacimiento de los GAL. Esas son las grandes líneas de la novela.

--Contrapone todas esas tragedias con una juventud divertida que pensaba poco más que en pasárselo bien, pero lo hace sin establecer ningún tipo de juicio moral.

--No quería hacer juicios morales, sino retratar las cosas como eran en ese momento. De hecho, quería que los personajes hablasen como hablaban en ese momento que, visto muchos años después, puede resultar curioso. Y lo que dicen los personajes está sacado de la época, he leído la prensa de la época, las críticas, muchas cosas que dicen... Visto con el paso del tiempo hay cosas que te hacen gracia pero eran así. Otra cosa que se refleja en la novela es cómo se bromeaba con las drogas. La gente ya estaba muriendo, pero tenían buena prensa, si salías por ahí, tomabas drogas, y la heroína enganchó mucho en la época... También es cierto que todavía no había empezado el SIDA. Hay un momento en la novela que comentan que han muerto tres personas de una extraña enfermedad, y luego fue la gran debacle por el tema de las drogas...

--En cuanto al estilo, sigue ahondando en esa sencillez que genera misterio. ¿Es su sello personal?

--Bueno, no es una novela de detectives porque no me interesa quién es el asesino. De hecho, en la primera página de la novela, en la que aparece una chica muerta ya se dice que ha sido el camarero el que la ha arrastrado. Yo ya le digo desde el principio al lector cómo esa chica ha ido a parar ahí. Yo quería reflejar más el ambiente, los amigos... Yo no he estado en ningún grupo musical, pero he conocido a muchos, y quería reflejar las ilusiones, las tensiones que se generan dentro de un grupo, las expectativas, los altibajos, los buenos ratos y los malos rollos.

--Se nota una evolución en el inspector Mainar con respecto a Días sin tregua...¿Seguirá empleándolo?

--Cuando hice la primera novela del inspector Mainar, Días sin tregua, no tenía la más mínima intención de utilizar más al personaje. Sinceramente, no sé si va a haber más novelas de Mainar, nunca me propuse hacer una serie... Me han salido tres, pero yo quería reflejar una época y este personaje me sirve, con sus luces y sus sombras. Es un buen tío pero a veces se deja llevar por la ira y la desesperanza. Le tengo aprecio. ¡Tantas horas solos los dos!

--Nos guste o no, somos herederos de aquellos años 80 pero ahora, ¿qué nos queda de aquello?

--Sobre todo la música. En el tema de terrorismo han pasado a la historia como los años de plomo, pero afortunadamente eso se superó y en la memoria de la gente ya casi ni está. Sin embargo, tú vas a cualquier sitio y pones las canciones de Radio Futura, Nacha Pop o Danza Invisible, y todo el mundo se pone a cantar y a bailar. Todo eso ha quedado y lo ha hecho por mucho tiempo, ya han pasado treinta años.

--¿Seguirá en los años 80 en su próxima novela?

--En la próxima me iré un poco más atrás. Tengo ganas de explorar años anteriores y ahora mismo no tengo en la cabeza los 80. No lo descarto en un futuro, pero de inmediato, no.