"...Que la personalidad de los pueblos permanezca intacta sin temor a perderla un día, por culpa del descenso de habitantes. Los resultados son la mejor garantía del mundo". Con este párrafo, a propósito de la asociación cultural de Blesa, en las Cuencas Mineras, terminaba Alfonso Zapater su última crónica de El Solanar escrita el pasado domingo y publicada el lunes en Heraldo de Aragón.

Ese lunes, cuando el escritor y periodista se dirigía a una revisión médica en el Hospital Provincial de Zaragoza, sufrió un infarto de miocardio que le dejó inconsciente en la calle. Ayer a las 16 horas, Alfonso Zapater fallecía a los 74 años en la UCI de la primera planta de ese hospital, desde donde hoy su cadáver será llevado al tanatorio y mañana viernes enterrado en Torrero a una hora que ayer estaba aún sin confirmar.

Alfonso Zapater nació el 18 de julio de 1932 en Albalate del Arzobispo y a los 8 meses se trasladó a Urrea de Gaén, donde su padre alquiló un molino de harina a orillas del río Martín. Comenzó a escribir versos a los 9 años en Mas de las Matas, donde su padre, regresado de la guerra, adquirió el molino de Aguaviva.

Su padre, amigo de José Oto y bailarín con cierta fama (es el autor de la Jota de Albalate, inculcó al joven Alfonso el amor por la jota, sobre la que escribiría más tarde numerosos libros y biografías. Pero la gran afición del adolescente fueron los toros. Al morir Manolete en agosto de 1947 en la plaza de Linares, Zapater decidió ser torero. Se compró un traje de luces y debutó como novillero en Gallur a los 17 años. Toreó en Híjar, Alcañiz, Barcelona, Valladolid, Plasencia, Trujillo. Le conocían como el torero-poeta.

El Servicio militar en Madrid cerró su etapa taurina y abrió con fuerza la de las letras. Inmerso en la bohemia madrileña, escribió guiones para Radio SEU y estrenó dos comedias La chabola en el Teatro Lara y Noche de pesadilla en el María Cristina. En los años 50 publicó los poemarios Tristezas (1954) Dulce sueño eterno (1955), Julio (1956) y Ramillete (1966). Como periodista se inició en Radio Juventud y en el diario Pueblo donde pasó un mes en Carabanchel, por injurias al Jefe del Estado.

Regresó a Zaragoza y continuó escribiendo. Junto con su esposa, Pilar Delgado (con la que tuvo cinco hijos), fundó el grupo teatral La Taguara y recorrió numerosos pueblos de Aragón representando obras suyas como Crónica del Compromiso, Aragón para todos y Resurrección y muerte de Joaquín Costa. Como novelista, fue finalista del Premio Nadal en 1982, con El accidente y obtuvo los premios literarios San Jorge, Ciudad de Jaca y Ciudad de Barbastro.

En 1976 ingresó en Heraldo de Aragón, tras pasar por los diarios Amanecer y Pueblo. En Heraldo publicó durante unos 20 años la sección Zaragoza al día, donde recogía textos de todos los géneros periodísticos, como la entrevista, el reportaje y la crónica. Alfonso Zapater fue amigo de Cela, que prologó su Aragón pueblo a pueblo y de Sender. Juan Domínguez Lasierra, compañero suyo de trabajo señalaba ayer que Alfonso Zapater fue "un hombre de convicciones fuertes, cordial, amistoso, amigo de mucha gente".