ARTISTAS Amaral y Márcia

FESTIVAL Pirineos Sur

LUGAR Auditorio Natural de Lanuza

FECHA jueves, 24 de julio

ASISTENCIA 2.800 espectadores

La recta final, el jueves, del festival Pirineos Sur se presentó repleta de humedad, y no precisamente por el agua del embalse de la Lanuza sino por las previsiones de lluvia que se cumplieron matemáticamente. La precisión de la meteorología ha avanzado tanto que ya no hay lugar para la sorpresa. ¡Qué asco! En fin, durante la actuación de Amaral no pudimos evitar recordar el título de aquella película de Werner Herzog: Aguirre o la cólera de Dios, aunque en esta caso sustituyendo la o por la y, y desde luego lejos de establecer relaciones entre la actuación de Juan Aguirre y Eva Amaral y el diluvio transversal que cayó sobre Lanuza cuando el dúo aún no había llegado a la sexta canción.

Amaral era, lógico, la estrella de la noche. Y hay que resaltar el entusiasmo de unos cientos de seguidores que aguantaron estoicamente la lluvia durante su concierto sin moverse de su sitio, mientras el grueso de los espectadores se puso a cubierto en la carta y en los porches del edificio principal de Lanuza. Y la cosa arrancó (el libro de estilo de este periódico aconseja no utilizar ese verbo, pero la verdad es que tiene fuerza) con un Sin ti no soy nada, interpretado solo con guitarra y voz. O sea, Juan haciendo de las suyas con las seis cuerdas, y Eva extrayendo espléndidos matices a la canción. Buen comienzo. Concluida la introducción se incorporó el resto de la banda y empezaron a sonar con más o menos intensidad piezas como Kamikaze, Esperando un resplandor, El Universo sobre mí, Si las calles pudieran hablar... Y entonces el dios de la lluvia descargó su furia, y, haciendo buena la manoseada ley de Murphy, no dejo de echar agua hasta que el concierto finalizó.

Así que Amaral siguió con su programa, en el que no faltaron algunas canciones del que será su nuevo disco (Cazador, Nocturnal, Unas veces se gana y otras se pierde, Ratonera); composiciones que, en honor a la verdad, hay que decir que están muy por debajo del nivel habitual del grupo. Junto a ellas, composiciones muy conocidas como Días de verano, Hacia lo salvaje, Cómo hablar, Moriría por vos, Revolución (con un guiño a Heroes, de Bowie)- Diluvios al margen, y salvados los primeros minutos del concierto, Amaral facturó una actuación bien resuelta pero bastante plana, que nos permitió constatar de nuevo un par de fenómenos. Uno: Eva canta espléndidamente, pero no logra arrastrar al público hacia su garganta; dos: los seguidores de Amaral son fieles y entusiastas, pero ni aplauden a rabiar las canciones del dúo ni corean su nombre hasta la extenuación. El algo extraño: aguantan calarse hasta lo huesos sin rechistar, pero no muestran el mínimo gesto de que lo que escuchan les esté gustando. Cosas.

La velada, sin lluvia, la abrió la portuguesa Márcia, otra forma de entender el pop que da bastantes vueltas a muchas de sus colegas peninsulares de habla hispana. Márcia armó su repertorio con canciones de , su primer álbum (Céu aberto, Para quem quer, A pele que ha em mim, Cabra-cega) y de Casuco, su disco más reciente (Sussurro, Delicado, Dexa-me ir, Camadas, Desmazelo, Decanto). Y también hizo una versión notable de Luka, de Suzanne Vega. Márcia tiene una voz matizada y bonita, y una concepción del pop con aires de cantautora que participa del universo brasileño, del la chanson francesa y de algunas artistas anglosajonas de propuestas oblicuas que beben en las fuentes del jazz y del blues. Con un grupo solvente facturó un concierto hermoso y estableció con el público una comunicación fluida. Bien por ella.