-Los Premios de la Música Aragonesa cumplen 20 años y el colectivo Aragón Musical que los impulsa, 15. ¿Cómo se explica esta paradoja?

-Sí. Los premios surgieron en 1999 cuando yo hacía en Radio Ebro un programa de música de grupos aragoneses que se llamaba Edición Local y los creé para hacer una fiesta anual del programa. La primera edición fue en la sala Morrisey y solo dimos dos premios, a Especialistas el de difusión y a Dreams Lovers el de proyección. Y así pasaron varios años. Después, en 2004 nació Aragón Musical, que integrábamos Beatriz Pitarh, David Chapín y yo. A partir de ese momento comenzaron a sumarse una serie de cómplices que han permitido hacer crecer a los premios hasta lo que hoy son.

-¿Cuándo dieron el salto a convertirse en una gala como la que podremos ver esta noche?

-La verdad es que tuvo que venir gente externa para abrirnos los ojos y hacernos pensar en algo más allá. Cuando se creó Aragón Musical apenas había difusión de la música aragonesa, sí algún programa de radio y revistas, pero no existían blogs en internet ni nada de esto, por lo que nos acogieron muy bien. Entonces, el equipo de Cultura de Caja Inmaculada nos dijo que ellos nos apoyaban para que hiciésemos una gala de verdad y nos dieron presupuesto. Eso nos motivó y pasamos del Centro Cívico Delicias a la sala Galve durante dos años y, como se quedó pequeña, a partir de la novena edición ya pasamos a hacerlo en el Principal. Ese equipo de la CAI fue esencial, aunque después, por la crisis no pudieron continuar con el patrocinio. Pero en este trayecto se han ido sumando muchos compañeros de viaje, ayuntamiento, DGA, La Zaragozana o la empresa Covah-Rampa.

-Durante estos años han visto pasar una gran cantidad de grupos, pero la mayoría se quedan en el camino. ¿Tan difícil es tirar adelante en el mundo de la música desde Aragón?

-Hombre, en la segunda edición en la sala Oasis, por ejemplo, actuaron Violadores del Verso, que es un ejemplo de cómo ha habido grupos que han ido haciendo cosas y consolidando una trayectoria, en este caso a nivel internacional. O en los primeros, en los que actuaron Malamente, Nacho Estébez El Niño o Jesús López El galgo, que hoy siguen haciendo cosas, algunos con otros proyectos. Pero sí es verdad que es difícil salir como grupo, aunque quizá menos el dedicarse a la música. Me explico: la gente que está haciendo música hoy lo hace realmente muy en serio y puede conseguir un hueco en el mundillo musical y muchos de ellos lo hacen en Madrid; otra cosa es salir adelante con un grupo. En los 80 había un ambiente de libertad transgresora que hacía que la gente estuviese esperando nuevas propuestas, mientras que hoy, a pesar de que hay más creatividad, es más difícil sorprender y a la gente le interesa poco lo que se hace desgraciadamente, pues hay un panorama muy rico.

-¿Cómo valoraría ese panorama en Aragón, usted que lo vive de cerca?

-Bueno, tenemos los tótems, que son la punta del iceberg, como Kase.O, Bunbury, Amaral, Carmen París o el gran Santiago Auserón, y si desde esta tierra han salido músicos de esa categoría habrá que pensar que no ha sido casual, sino que hay un gran caldo de cultivo. Si debajo de esos grupos rascas un poco encuentras un montón de bandas que no han conseguido tanta difusión pero que tienen un grandísimo nivel, algunos como los nombrados o les andan cerca. Y cada generación, además, mejora a la anterior en creatividad, seriedad, disciplina y en calidad musical. Se lo toman en serio y eso, al final, hace que los grupos nuevos, con gente de 20 años, tengan un nivel muy alto. Nos están dando una lección de trabajo y creatividad. Quizá, como decía antes, falta un mayor interés en la gente por saber qué se está haciendo y que haya una mayor difusión de los proyectos que existen.

-Nacieron como premios que se centraban en el pop y el rock pero hoy el abanico de artistas nominados abarca un buen número de géneros.

-Cuando empezaron yo tenía 24 años y era la música que ponía en el programa. Pero la música en Aragón es muy amplia, tiene una amalgama de géneros que es brutal y ahí radica también su grandeza. Por eso nos propusimos abrir el abanico y nuestro reto es intentar abordar lo más posible, pues hay todavía mucho más de lo que acogemos, por lo que cada año ese abanico de estilos debe ser más amplio. Si sólo nos quedásemos en el pop y el rock sería insultar a esa diversidad.