La debía dirigir William Castle, pero terminó siendo solo el productor. El proyecto recayó en Roman Polanski, quien confirió a la novela de Ira Levin un tratamiento novedoso en cuanto al cine de terror. La semilla del diablo es uno de los mejores filmes satánicos de la historia, aunque el director juega a placer con la ambigüedad de lo que le está pasando a Mia Farrow. Su éxito convirtió a Polanski es una estrella del Nuevo Hollywood y de esta forma aparece en el filme de Tarantino, un ídolo en boca de todo el mundo.