Escribí en cierta ocasión que Albert Pla era el último juglar del siglo XX. Me ratifico en el aserto y lo llevo una centurias más allá, a estos tiempos de inquietante incertidumbre que estamos viviendo. Su lirismo, casi de tono de cuento infantil, salpicado de golpe por una llamada que asustaría a los niños y a no pocos adultos, tiene una gran carga de profundidad que pone en solfa y en irónica cuestión todos los tótems y tabús que han sido, son, y seguirán siendo. Pla es un ácrata con cara de niño, un dinamitero con su cabeza como explosivo y la palabra como mecha.

El sábado actuó en el Teatro de las Esquinas y facturó una actuación perturbadora e hilarante a la vez. Llama a su espectáculo '¿Os acordáis?', título sacado de una de sus nuevas canciones; esa que habla de la pandemia, sí, pero va mucho más allá, porque en Pla todo tiene segundas, terceras e incluso cuartas lecturas. En él lo coyuntural solo es simulacro, apariencia. La suya es una mirada oblicua, revulsiva y agitadora de la realidad circundante. Y puede transitar tanto por la falsa dulzura de la lírica, como por el premeditado, pero no exento de humor, lado más bestia de la poesía.

Actor antes que punki, Pla desarrolla sobre el escenario no solo sus notables dotes de cantante y guitarrista; también, más o menos acentuada según las ocasiones, su faceta de comediante. Monólogos y canciones se enredan sin solución de continuidad, confundiéndose a veces, en una representación que excede los límites canónicos de un concierto para pasar a ser otra cosa: el territorio comanche de Pla. Además, estira las canciones a su antojo, crea dialogo-monólogos con los espectadores y rompe la dinámica clásica de las canciones justamente para crear nuevos flujos de comunicación.

En su actuación del sábado ofreció algunas composiciones que no incluye habitualmente en sus repertorios. Abrió con 'Sálvese quien pueda (Están cayendo bombas en Madrid)', siguió con una revisión de 'Raro', 'Todo es mentira' (con un aire a lo Paco Ibáñez), la citada '¿Os acordáis?', 'Corazón, Buscando' (a lo Jeanette), la brillante 'Teófilo Garrido', 'Canción sobre Cóctel Molotov', 'La colilla', 'El lado más bestia de la vida' e 'Insolación'. De cierre armó los obligados bises con 'El bar de la esquina', 'Los ojos' y una versión a capella y palmeada por el público de la muy shakesperiana 'El sol de verano'. Todo el sol de Pla para este invierno de nuestro descontento. Y para los que vengan.