Ucrania fue ayer la clara vencedora de la 49 edición del Festival de Eurovisión como apuntaban las encuestas previas a la final, gracias a la enérgica interpretación de la cantante Rulsana y su Wild dances . España, con la canción Para llenarme de ti interpretada por el canario Ramón del Castillo, tuvo que conformarse con la décima posición. Sus antecesoras, surgidas también de Operación Triunfo , quedaron octavas (Beth) y séptima (Rosa).

Ramón quiso mostrarse ante Europa como un galán latino, mirando constantemente y de forma seductora a las cámaras, y se esforzó por bailar con ganas en algunos momentos. Nada que ver con la hiperactiva ganadora, quien por cierto no ocultó en ningún momento en Estambul que el festival tenía que ser el trampolín que la catapultara hacia el estrellato internacional.

Arropada por una campaña de promoción espectacular, Rulsana hizo vibrar al público con Wild dances , una pieza de rock con tintes de folk ucraniano que ella misma se encargó de componer la música. La puesta en escena fue rompedora con lo que tradicionalmente se ha visto hasta ahora en Eurovisión. Saltó al escenario vestida con un atrevido traje de cuero para escenificar una frenética danza con aire tribal con sus cinco bailarines, gritos de guerra y latigazos incluidos. El resto del podio se lo repartieron Serbia-Montenegro y Grecia.

EL FACTOR POLITICO

Una vez más, el voto político estuvo muy presente, si bien este año España no puede quejarse, tal y como hacía siempre, de que sus vecinos no les favorecían excesivamente: logró el ansiado 12 puntos de Portugal y Andorra; y 8 de Francia. Por otra parte, Grecia y Chipre se intercambiaron, una año más, la máxima puntuación. Los escandinavos auparon a Suecia, pero se olvidaron de otro vecino, Noruega. Y los exyugoslavos optaron por votar masivamente a la debutante Serbia-Montenegro, que defendió una balada folk que puso los pelos de punta a más de uno en el pabellón Abdi Ipekci.

Eurovisión 2004 ha dejado varias imágenes para el recuerdo, empezando por el top cutre de la rumana Sanda Ladosi, que saltó al escenario con aspecto de diva sado con un espectacular picardía negro, y acabando con la vocalista polaca del grupo Blue Cafe, que tampoco se quedó corta luciendo carnes.

La puesta en escena más sencilla fue la de Anjeza Shahini (Albania), que cantó una pieza pop en inglés con un coro de cuatro personas que apenas se movían. Y ayer, como sucedió en los ensayos, volvió a conquistar al público y a la prensa, consciente de que los albaneses venían con una mano delante y otra detrás, al ser la delegación con menos recursos económicos de las 36 que han participado en esta concurrida edición. Acabó en séptimo lugar.

Por otro lado, el griego Sakis Rouvas hizo las delicias del público gay con una coreografía que parecía pensada para captar los votos de este colectivo. Sakis, además, explotó en su físico herculeo y hasta se permitió el lujo de hacer patria al escenificar algún paso de sirtaki.