Ni una sola oreja se cortó en la novillada celebrada ayer en Zaragoza. La final del VII Encuentro Mundial de Novilleros transcurrió con más pena que gloria, por lo que no hubo triunfador y el trofeo se quedó sin propietario. Decisión que fue aplaudida por el público, al terminar el festejo.

Paúl Abadía Serrranito fue ovacionado en sus dos enemigos, Javier Solís recogió silencio en sus dos novillos y Eduardo Gallo fue ovacionado en su primero y se le silenció la labor en el que cerraba plaza.

Se lidiaron 6 ejemplares de la ganadería de Toros de Esteban Isidro, de pocas fuerzas, sobre todo el primero, que tampoco plantearon ninguna dificultad a los novilleros. El sexto, que cojeaba ostensiblemente de los cuartos traseros, debió de ser devuelto a los corrales, pero el presidente prefirió mantenerlo en el ruedo, a pesar de que este animal ya estuvo a punto de ser desechado en los reconocimientos previos.

Con estos mimbres ninguno de los aspirantes, salvo Serranito, fue capaz de sacar adelante un festejo, marcado como todo el ciclo por el frío ambiente, tanto en lo climatológico, como en cuanto a la entrega de los novilleros, que poco o nada invitaban a acudir a la plaza.

La labor de Serranito tuvo dos facetas. En su primero, de enfermero pues el animal no estaba para fiestas y en su segundo, como un novillero que quiere abrirse paso como sea.

Fue en este, el cuarto de la tarde, en el que vimos que Paúl Abadía supo quedarse quieto y sacar los muletazos al natural más largos y templados que hemos visto en todo el ciclo. Luego el espada no supo cortar a tiempo la faena, que continuó por la derecha y escuchó un aviso antes de entrar a matar.

Fue volteado cuando lo intentó por primera vez, sufriendo una gran conmoción y contusiones de todas clases, pero como la estocada definitiva llegó a la tercera, dando lugar a un segundo aviso y el puntillero Vicente Cabanes no realizó su labor con el suficiente valor, el novillero se quedó sin trofeo.

Javier Solís se mostró demasiado precavido en sus dos enemigos y Eduardo Gallo puso bastante más voluntad.