Desde este mes, los residentes de Aspace y los usuarios de su centro de día disponen unas renovadas y ampliadas instalaciones en las que poder seguir desarrollando su vidas y las actividades necesarias para el mantenimiento de sus capacidades, afectadas por la parálisis cerebral. Esta reforma ha servido, «en definitiva, para seguir mejorando su calidad de vida», señala Rafael Sánchez Arizcuren, terapeuta ocupacional que trabaja para esta organización aragonesa desde hace más de 20 años.

La ampliación de la residencia y la reforma del centro de día de la Fundación Aspace Zaragoza ha supuesto una inversión de 2,4 millones de euros, de los que el Estado ha aportado 1,41 millones, procedentes de la casilla de fines sociales del IRPF.

La entidad atiende en su centro a un total de 83 usuarios, entre sus 20 plazas de residencia -con la ampliación se suman 10 más- y las 63 del centro de día, en parte concertadas con el Gobierno de Aragón. Entre las personas que acuden cada día a las instalaciones de Aspace Zaragoza se cuentan los alumnos del Colegio de Educación Especial San Germán.

Así pues, Aspace atiende las necesdidades integrales de personas con parálisis cerebral que abaracan un rango de edad que va desde los 2 años del usuario más joven hasta los 80 de Felipe, el de más edad.

«El abanico de edades y circunstancias que abarcamos supone un gran reto para desarrollar un proyecto de entidad coherente con las necesidades vitales de usuarios y familias», explica Sánchez.

Por ello, gracias a la reforma, «se ha podido facilitar la realización de actividades y programas funcionales que cubren el desarrollo de capacidades de los usuarios del centro de día». Además, la ampliación «ha permitido cubrir la necesidad, cada vez más acuciante, de una residencia que ofrezca una alternativa que permita a la persona vivir rodeada de sus amistades y profesionales de referencia, manteniendo el vínculo con su familia», añade.

Y es que la esperanza de vida de las personas afectadas por la parálisis cerebral es cada vez mayor. Por ello, aunque la mayoría de los usuarios de Aspace acude al centro de día, «lo lógico es que enun futuro vayan a tener la necesidad de una plaza residencial», expone este terapeuta ocupacional. «La idea es que entonces continúen con nosotros, porque somos su segunda familia. Y lo importante es que, cuando tengan esa necesidad, podamos ofrecerles el servicio que ellos requieren, y no tengan que ir a otra entidad donde tendrían que conocerlos, porque es muy complejo conocer a una persona con parálisis cerebral», y lleva tiempo aprender a comunicarse con ella para comprender sus necesidades.

Crece su longevidad, puntualiza Rafael Sánchez Arizcuren, pero «no es que las personas con parálisis cerebral tengan una esperanza de vida mucho mayor ahora que antes. Lo que ocurre es que las circunstancias les están llevando a tener una vida más larga, como al resto de la población. En realidad, su esperanza de vida va paralela a la nuestra».

Pero sí que es cierto que, conforme avanza la especialización de los cuidados, gracias a profesionales como los de la Fundación Aspace, «cada vez se entienden mejor las circunstancias de las persoonas afectadas por la parálisis cerebral, así como diversos aspectos de su vida médica, o aquellos relacionados con su alimentación. Y esta mejor comprensión hace que podamos poner medidas más apropiadas para compensar los problemas que ellos tienen» y, cómo no, este es uno de los prinpipales causantes de la mayor longevidad de estas personas.

Por ello, Aspace ya prevé una próxima ampliación de su residencia, con 50 plazas más. «No cabe duda de que falta mucho por avanzar, y proyectos por desarrollar, pero este ha sido un gran paso en la mejora de la calidad de vida de los usuarios de nuestra entidad. Continuamos con mucha ilusión trabajando juntos».