- Con unos meses de retraso, Zinentiendo regresa la semana que viene. ¿Temieron en algún momento que no llegase a celebrarse?

- Mapi Gracia: De hecho, no se pudo celebrar. Teníamos fechas y espacios reservados para abril, pero unas semanas antes hubo que suspender por el estado de alarma. Intentamos suplir un poquito la muestra con algunas proyecciones online, sobre todo documentales y cortometrajes que habíamos seleccionado para esta XV edición. Tuvieron buena acogida, hubo bastantes visionados y la gente estuvo muy contenta de poder pasar el confinamiento con proyecciones de Zinentiendo.

- ¿Cómo va a influir la pandemia en esta edición?

- Nacho Pascual: Siempre hemos mantenido la ilusión de poderla celebrar, y hemos seguido trabajando para buscar posibilidades. Nos planteamos poder hacerlo todo online, como han hecho algunos festivales, pero también era bastante complicado. Al final será mixta, un 60% presencial con largometrajes y cortometrajes, y un 40% online con documentales, pensando que a algunas personas no les apetecerá ir a una sala o que se pueden quedar sin entrar por tener el aforo limitado.

- ¿Cómo de limitado?

- M. G.: En la Filmoteca de Zaragoza, donde estaremos los jueves, viernes y sábados, se elimina un 60% del aforo, y se limita a 37 asistentes. Son poquitas personas, pero merece la pena ofrecer proyecciones de calidad y con entrada libre, sobre todo ahora que hay tan pocas actividades culturales y de ocio. Y en el Centro de Historias se proyectarán documentales y cortometrajes a las 19.00 horas, con un aforo de 180 personas. Además, cada año, algún artista plástico o diseñador aragonés colabora con nosotras. Y esta vez, el diseñador del cartel, Isidro Ferrer, ha creado unas mascarillas para repartir en la muestra a cambio de donativos voluntarios, que nos ayudarán a costear gastos.

- ¿Proyectarán fuera de Zaragoza?

- N. P.: Después vamos a Huesca y Teruel, pero de momento no sabemos qué puede pasar. Hemos aprendido a la fuerza a programar de prisa y corriendo, pasando de una muestra presencial a una online, y luego a una mixta. Nos vamos adaptando a toda velocidad. Y, por si hay que volver a cambiar y hacerlo todo online, ya están de acuerdo las distribuidoras.

- ¿Las sesiones para escolares se mantienen?

- M. G.: Teníamos fecha concertada con algunos institutos para abril, pero hubo que suspender y, viendo la situación actual, vemos muy difícil que ninguno traiga a cien alumnos al Centro de Historias a ver una película. Así que estamos planteando hacer algún tipo de visonado online, contado con las plataformas digitales que usan los profesores, a quienes Zinentiendo les facilitará material de apoyo. Nos ha tocado innovar por necesidad.

- ¿Alguna novedad respecto a ediciones anteriores?

- M. G.: Queríamos hacer algo especial por ser la decimoquinta edición y coincidir con el vigésimo aniversario de Towanda, que es la asociación organizadora de Zinentiendo. Será una exposición bastante emotiva sobre lo que han supuesto estos quince años. Se inaugurará en el Centro de Historias el mismo día de la apertura de la muestra, el 10 de septiembre.

- ¿Y qué balance pueden hacer de estos quince años?

- N. P.: Primero empezamos haciendo ciclos de cine y ya en el 2005 los empezamos a llamar Zinentiendo. Decidimos que queríamos hacer una muestra, pero al principio no teníamos ni idea de cómo funcionaba esto. Comprábamos los deuvedés y los reproducíamos tal cual. Desde allí hemos ido aprendiendo, sobre todo de la mano de la organización de otros festivales de cine LGBTQI como los de Madrid, Lisboa, Barcelona o Bilbao. Empezamos a solicitar ayuda a ayuntamientos, Gobierno de Aragón y otras instituciones, pero al principio teníamos de unos presupuestos mínimos, aunque siempre contamos con el apoyo de directores y de otros festivales que nos prestaban materiales, apostando siempre por una selección seria y de calidad. Al comienzo era todo más sencillo, pero con el tiempo hemos tenido más medios e incorporado más manifestaciones culturales: teatro, danza, conciertos… Algo que al principio era inviable. Y así hemos ido aprendiendo a organizar, como activistas voluntarios, una muestra política en la que poder visionar aquellos materiales que creemos que están en sintonía con nuestra ideología.

- ¿Sigue vigente aquella motivación política que había al comienzo?

- N. P.: Creo que los motivos siguen siendo los mismos: visibilizar realidades. Hay mucho todavía que aportar desde el activismo LGTBQI. El cine es una herramienta súper valiosa. Cada año hemos tratado temas que nos parecía estar recibiendo de nuestro entorno. Al principio abordamos asuntos como la adopción, y luego hemos puesto nuestra atención en otras cuestiones que iban surgiendo en ese momento como los mayores, la infancia, la educación, los refugiados… Temas transversales que afectan a nuestras vidas, como las personas trans y otros colectivos que en el día a día se invisibilizan, y de los que el cine nos cuenta historias fantásticas, pero también muy duras. Algún año nos ha pasado que decíamos: “Dios mío, necesitamos poner una comedia, por favor, todo son dramas”. En eso también ha evolucionado bastante el cine LGTBQI. Ahora hay más comedia, nos atrevemos más a contar desde el humor.

- M. G.: También es cierto que la realidad social cambia y, a medida que van saliendo nuevas generaciones y se hacen un hueco en la sociedad, el cine va recibiendo esas diversidades, que se plasman en nuestra muestra. En estas nuevas hornadas de películas nos damos cuenta de que somos ya mayores en determinados temas. Es muy bonito ver tanta diversidad generacional, todo encaminado a tener mayor amplitud de miras. El cine lo recoge todo y es una buena herramienta para mostrarlo.