-Aministía Internacional Aragón se constituyó en octubre, pero ya tenían presencia en la comunidad. ¿Qué ha cambiado?

-Los parlamentos regionales están teniendo cada vez más peso e influencia. Eso llevó a Amnistía Internacional a crear delegaciones en las comunidades autónomas para sean ellas las que discutan, debatan y hagan propuestas a las cortes autonómicas. En Aragón hemos tardado un poco más porque no teníamos un grupo estable en Teruel, ya que nuestros socios están dispersos por la provincia. Nos hemos constituido de este modo por una cuestión de eficacia. Dentro de la organización ya se ha creado incluso un órgano de debate para las agrupaciones autonómicas.

-¿Con qué objetivo llegan a Aragón?

-Nuestro primer objetivo es coordinar la labor y todos los actos que se organicen en Aragón para intentar que, con el mismo trabajo, se logren más y mejores resultados. Y la otra razón es poder llevar propuestas concretas a las Cortes de Aragón y a otras instituciones. Por ejemplo, el pasado 22 de diciembre, nos reunimos con Pedro Santisteve, alcalde de Zaragoza, y con Luisa Broto, la vicealcaldesa.

-¿Era la primera vez que eran recibidos por un primer edil de Zaragoza?

-Oficialmente sí, pero hemos mantenido contactos con todos los anteriores.

-¿Qué temas trataron en esa reunión?

-Fundamentalmente tratamos de dos temas. Uno es la campaña Yo acojo de Amnistía Internacional sobre refugiados, a través de la que reclamamos que lleguen a España los 17.000 a los que se comprometió a traer el Gobierno. Estamos intentando que los ayuntamientos se impliquen. Sabemos que el de Zaragoza lo está, y lo que queríamos es que nos concretasen a cuántas personas piensan acoger y cómo.

El día 25 de febrero vamos a desarrollar una acción a nivel mundial, en la que invitaremos a todas las autoridades, y a la gente que nos está apoyando, para arrancar a los municipios el compromiso de convertirse en ciudades acogedoras, concretando las cifras de refugiados que tienen previsto recibir y en qué condiciones.

Hay que decir que Zaragoza lo está haciendo bastante bien porque tiene las herramientas adecuadas y protocolos establecidos para la acogida de refugiados. Al finalizar el 2016 había 163 refugiados viviendo en la ciudad. El ayuntamiento se ha comprometido a concretar en febrero a cuántos más tiene previsto recibir.

-El otro asunto que abordaron con Pedro Santisteve y Luisa Broto fue la campaña ‘Ciudades por la vida’. ¿En qué consiste?

-Amnistía Internacional mantiene una campaña permanente en contra de la pena de muerte. Además, junto con la Hermandad de San Hermenegildo, una organización religiosa italiana, estamos desarrollando a nivel mundial Ciudades por la vida, mediante la que tratamos de que los gobiernos municipales se impliquen en la divulgación de nuestra campaña contra la pena capital.

El Ayuntamiento de Zaragoza ya nos ha dicho que sí. También la vamos a llevar a Huesca y Teruel, y a otras ciudades como Calatayud. Y seguimos trabajando para extenderla a todo Aragón. Esta campaña se celebrará el 30 de noviembre, fecha en la que Amnistía Internacional conmemora la primera vez que se abolió la pena de muerte en el mundo. Fue en el estado italiano del Gran Ducado de Toscana, en 1786. Desde el 2002 se recuerda cada año con la iniciativa Ciudades por la vida. En muchas se ilumina un edificio emblemático con el cartel de No a la pena de muerte. Aquí se hará en Etopía.

-Tras la reunión con el Gobierno de ZeC, ¿qué tipo de respaldo esperan del Ayuntamiento de Zaragoza?

-Lo que le pedimos al ayuntamiento es que haga cosas: que firme, que apoye, que difunda, que nos ceda espacios… Pero que nadie espere que en el presupuesto para el 2017 haya un solo euro dedicado a Amnistía Internacional, pues no aceptamos dinero de instituciones públicas. Es nuestra base, y ha sido así desde el principio. Nuestra organización tiene dos características fundamentales. Una es esta, la independencia económica; por eso no hemos sufrido la crisis que han padecido otras oenegés, ya que nunca hemos dependido de subvenciones. Y otra es el voluntariado. En la delegación aragonesa somos todos voluntarios. Según nuestros estatutos, ningún miembro de un comité ejecutivo, ya sea local, autonómico, nacional o internacional, puede cobrar por su labor. De hecho, somos una de las organizaciones que menos personal contratado tiene. En el secretariado estatal trabajan unas 200 personas, pero solo 50 mantienen una relación laboral con la entidad.

-¿Por qué valoran tanto su independencia económica de las instituciones?

-Las subvenciones pueden ser muy peligrosas, ya que te quitan independencia. El no depender económicamente de nadie te hace libre para denunciar a quien quieras. Vivimos de las cuotas de nuestros socios, de donaciones puntuales o de legados. Una de nuestras principales fuentes de financiación, y que mucha gente desconoce, es Imagine de John Lennon. Yoko Ono nos cedió los derechos de todas las canciones de su marido.

-Amnistía Internacional no ha padecido los recortes de fondos públicos como otras oenegés pero, ¿se han resentido de alguna manera sus ingresos en estos años de crisis?

-Desde hace 15 años estamos teniendo un crecimiento anual de entre el 4 y el 5%. No solo no hemos perdido ingresos, sino que hemos aumentado. Yo tengo el carné de socio número 79. Recuerdo que, en la primera rueda de prensa de la organización en la que participé, allá por los años 80, dije que esperábamos llegar a los 100 socios en todo el país. En estos momentos, solo en Zaragoza somos más de 1.600; superamos los 2.000 en Aragón, y somos casi 77.000 en España.

-¿Qué esperan de los aragoneses en esta nueva etapa de Amnistía Internacional en la comunidad autónoma?

-Lo primero de todo, que nos conozcan. Y, en segundo lugar, poder decirles que, muchas veces, una simple firma, o una carta, pueden salvar vidas. Nosotros no vendemos utopías. Creemos que los Derechos Humanos tienen que ocupar un mayor espacio en nuestras vidas. Con un mínimo esfuerzo se pueden lograr muchas cosas. Por eso esperamos que más aragoneses nos conozcan, y que cuando nos vean se acerquen a ayudarnos con su firma o de cualquier otra forma, ya que hay muchas maneras de colaborar con Amnistía Internacional.