La juventud del presidente, de 43 años, asombró al Papa. El Pontífice, que ya ha cumplido los 84 y arrastra una salud precaria, se dirigió a la delegación que acompañó al jefe de Gobierno español mientras tomaba las manos de éste entre las suyas y exclamó en perfecto castellano: "Tienen ustedes un primer ministro muy joven, y eso es bueno". Zapatero se limitó a confirmar: "Sí, es bueno". Juventud y vitalidad vio el Papa en Zapatero. Y eso que llegó lesionado, con la mano derecha parcialmente vendada.

El presidente se lastimó el dedo corazón la tarde del domingo mientras jugaba al baloncesto con sus hijas en la Moncloa. Por eso sólo tendió su mano izquierda a cuantos le saludaron a la llegada. E hizo lo propio con el Papa, al que además evitó besar el anillo como es preceptivo para los católicos. Ni por ésas se mostró molesto el Pontífice, que adoptó una actitud paternal --"entrañable", según Zapatero-- con el presidente español.

Durante los 13 minutos que permanecieron a solas el Papa y Zapatero, el secretario del Pontífice, Stanislaw Dziwis, entretuvo a la prensa comentando la eliminación de la selección española de la Eurocopa. "Qué desastre, qué humillación", repetía el arzobispo polaco, menos entrañable que su jefe.

Terminado el encuentro bilateral, que el Papa acostumbra a mantener a solas cuando domina el idioma de su interlocutor, se procedió al intercambio de regalos. Zapatero entregó al Santo Padre un cuadro abstracto del toledano Rafael Canogar, titulado Pila . La obra, realizada en el 2004 por el representante del grupo informalista El Paso, representa "la lucha de contrarios", según descripción del propio artista, premio nacional de Artes Plásticas en 1982.

El Papa, tan alegórico como el propio Zapatero y más perseverante, respondió con una colección de 20 medallas que representan los misterios del Rosario. Por si Zapatero acaba por convertirse.