Se lo tenía guardado. Los asesores de la Moncloa habían insistido en que el viaje de Zapatero a Nueva York se iba a ceñir sólo a sus intervenciones en la ONU. Pero, hacia las 11.30 de la mañana hora local, antes de zambullirse en los actos oficiales, el presidente decidió acudir a la zona cero . Y lo hizo en compañía de su mujer, Sonsoles Espinosa, que realiza su primera salida al extranjero en calidad de esposa del presidente.

De traje azul, él, y marrón castaño, ella, la pareja se mostró vivamente emocionada por su visita al escenario de la catástrofe del 11-S, hoy convertido en centro de peregrinación de curiosos de todo el mundo.

Tras la visita, en una de las aceras que rodean el terreno de la matanza, el presidente mantuvo un breve e informal encuentro con los informadores. Numerosos curiosos, la mayoría españoles, se acercaron al grupo atraídos por el barullo. Antes de abordar el coche oficial, el presidente intercambió palabras con un grupo de turistas españoles. "¿De dónde sois?", les preguntó, y cada uno reveló su procedencia. Un argentino, dueño de una cafetería vecina, pidió a algunos periodistas que intercedieran para que Zapatero se tomará un café en su establecimiento. No tuvo suerte.

En uno de los edificios elevados que se levantan junto a la zona cero salta a la vista un pancarta enorme que reza: No a la guerra. Disentir es patriótico , y en la que se aprecia el tradicional símbolo de los pacifistas. Zapatero, en medio del ajetreo, no llegó a percatarse de la pancarta, que resumía como anillo al dedo su mensaje.