La expareja sentimental de José Lavandera Villazón, alias Lavandero , el confidente que alertó en el 2001 a la Guardia Civil sobre la existencia en Asturias de una red ilegal de tráfico de explosivos, apareció ayer por la tarde ahogada en la playa de San Lorenzo, en Gijón, lo que provocó un revuelo considerable en la ciudad asturiana. La brasileña Elisángela B. G., de 22 años, y Lavandero se conocieron en El Horóscopo, un local de alterne de Gijón en el que trabajaban, según fuentes cercanas a la investigación. El confidente avisó en el 2001 de que José Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro, actualmente en prisión como presuntos suministradores del explosivo con que se cometieron los atentados del 11-M, disponían de gran cantidad de dinamita que pretendían vender y que buscaban a alguien que supiera accionar bombas a través de móviles.

La muerte de la excompañera de Lavandero , con la que tenía un hijo de tres años, se produjo después de que ésta se internase en el mar frente a la gijonesa playa de San Lorenzo, hacia las cuatro de la tarde.

Fuentes policiales explicaron que el servicio de emergencias había alertado de que una mujer pretendía suicidarse, ya que, al parecer, la joven había llamado a un amigo para comunicarle sus intenciones. Un helicóptero, dos camiones de bomberos, una zodiac, dos embarcaciones de salvamento marítimo, una UVI móvil y cuatro unidades de la Policía Nacional y otras tantas de la Policía Local se desplazaron a la zona. Un surfista se topó con el cuerpo de la mujer, alertó al helicóptero que sobrevolaba la zona, desde el que se lanzó al agua un médico.

Pese a que la pareja estaba separada, mantenía un estrecho contacto. Ella no ocultaba a sus allegados el temor de que les pudiera ocurrir alguna cosa. Poco después se supo que Trashorras y su mujer, Carmen Toro, habían encargado presuntamente a Rafá Zuhier que acabara con la vida de Lavandero .