La herida interna de la dirección del Partido Popular valenciano no deja de sangrar. Y para frenar la hemorragia, la dirección nacional del partido ha forzado el aplazamiento de la junta directiva regional convocada para este martes para elegir al sustituto de Eduardo Zaplana, que ha dimitido como presidente del partido conservador en la Comunidad Valenciana para centrarse en su nueva función como portavoz en el Congreso de los Diputados.

Según la lógica del PP, el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, es el heredero natural de Zaplana. Pero las tensiones que desde hace meses viven los afines de ambos han convertido este trámite en una batalla campal por el poder del partido.

El pasado viernes se reunieron en Madrid las primeras figuras campistas y zaplanistas, con Angel Acebes, adjunto de Mariano Rajoy en la dirección del PP, quien les aleccionó para que eviten la confrontación entre ambas fracciones. De ahí salió la decisión de posponer la junta directiva regional del PP hasta finales de esta semana o principios de la siguiente, para que Acebes y Rajoy puedan asistir.

EQUILIBRIO DE FUERZAS Esta decisión ha sido interpretada por el sector campista como un tanto a favor en medio de una guerra sin cuartel por ganar adeptos. Los partidarios de Zaplana controlan la provincia de Alicante, con José Joaquín Ripoll (presidente de la diputación y candidato a suceder a Zaplana), Luis Díaz Alperi (alcalde de Alicante) y Julio de España (presidente de las Cortes).

Hasta el momento, la candidatura de Camps cuenta con el apoyo de la provincia de Castellón y con el presidente de la diputación, Carlos Fabra, al frente de la misma.

Tras este empate en la sucesión, la contienda por la herencia de Zaplana se polariza en la provincia de Valencia. Fernando Giner (presidente de la diputación) y Serafín Castellano (presidente provincial) completan el núcleo duro del zaplanismo. Sin embargo, Camps ha constituido un fortín en torno a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.