El PP valenciano celebró ayer una ceremonia de unidad con la elección de Francisco Camps como presidente del partido en sustitución de Eduardo Zaplana. Con la presencia de Mariano Rajoy como oficiante, la junta directiva cerró una crisis que se arrastraba desde la elección de Camps como presidente autonómico, y que al asumir el cargo se desmarcó de su padrino político.

En un discurso con constantes llamadas a "la unidad y la cohesión", Zaplana propuso a Camps para la presidencia "porque es el mejor". No hubo votación. "Entiendo que esta junta acepta la propuesta", corroboró Rajoy en su papel de maestro de ceremonias. Los aplausos de los asistentes bastaron para ratificarla.

El pacto, forzado por el secretario general ante la cercanía de las elecciones europeas, incluye el nombramiento del zaplanista y presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, como secretario general. Rajoy recordó la importancia de la "unidad", un trabajo al que él se dedicó "desde 1990 por encargo de Aznar". "Esta labor ahora requiere voluntad, inteligencia, finura y mi apoyo", advirtió.

Camps agradeció "la unanimidad en la elección" y garantizó "la comunión de intereses entre el partido en la Comunidad Valenciana y en España" con la presencia de Zaplana en la Comunidad de Madrid.

ACOMODO PARA TODOS Aunque Zaplana aseguró que "se ha encontrado acomodo a todos" y Ripoll garantizó que "no hay ni vencedores ni vencidos", el sector de Camps lo vive como una victoria parcial que puede ser el principio de un cambio en el control del partido.