El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el lehendakari Iñigo Urkullu se reunieron el martes por la noche en La Moncloa para tratar la gestion del final de ETA, ante el interés del mandatario nacionalista vasco de que el ejecutivo central cambie la política penitenciaria que aplica con los presos de la organización terrorista, tras dos años sin atentados.

Durante el encuentro, de hora y media, y en un ambiente muy distendido, los dos mandatarios coincidieron en un diagnóstico: ETA está acabada. Un mensaje que reitera el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en todas sus intervenciones, a pesar del criterio de destacados dirigentes de su partido y sectores de las víctimas del terrorismo que mantienen la tesis de que la banda podría volver a atentar, y que está más viva que nunca a través de las organizaciones políticas como Sortu y Bildu. Unos sectores que no han tenido reparo en criticar abiertamente la actual política antiterrorista del Gobierno, y que han llegado a acusar al presidente de "traidor".