Una multitudinaria manifestación independentista recorrió ayer las calles de Barcelona con motivo de la Diada del 11 de septiembre con el grito de «votaremos»», a menos de tres semanas del referéndum del 1 de octubre convocado por la Generalitat y suspendido por el Tribunal Constitucional. La Guardia Urbana cifró la asistencia a la manifestación en alrededor de un millón de personas, mientras que la Delegación del Gobierno la situó en unas 350.000.

La movilización de este año, precedida por un minuto de silencio en memoria de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils del pasado agosto, conformó una gran cruz humana entre el Paseo de Gracia y la calle Aragón, dos arterias perpendiculares del centro de Barcelona. A las simbólicas 17.14 horas las pancartas gigantes desplegadas en cada uno de los cuatro extremos de la manifestación -con los lemas Paz y libertad, Referéndum es democracia, Sí- empezó a avanzar hacia el punto de confluencia de ambas calles.

MOMENTO ÁLGIDO

El momento culminante se produjo cuando a media tarde los participantes completaron su recorrido entre gritos a favor del referéndum unilateral del 1-O: «Votaremos, quieran o no quieran». a de ayer es la sexta movilización independentista consecutiva celebrada en Barcelona desde que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) tomara las riendas de estas movilizaciones en el 2012.

En la plaza de Cataluña, en uno de los extremos de la movilización, se encontraba la fila cero de autoridades, donde se ubicaban, entre otros, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Ayer fue la primera vez en que un presidente de la Generalitat participa en la gran manifestación de la Diada en el centro de Barcelona, ya que el año pasado, el propio Puigdemont acudió a la movilización de Gerona. El president aseguró al término de la manifestación que seguirá abierto a negociar «hasta el último minuto» los términos del referéndum con el Gobierno de Mariano Rajoy.

Asimismo destacó que los partidarios de la independencia volvieron a salir «de forma masiva» y «pacífica» a la calle «pese a todos los augurios de aquellos que querían que pincháramos -dijo- en el compromiso insobornable del talante con el que los catalanes hemos decidido encarar esta situación, de manera absolutamente pacífica y democrática».

«¿Qué más hemos de hacer para que se entienda bien que el pueblo de Cataluña quiere votar, de forma absolutamente acordada con quien haga falta?», se preeguntó el presidente catalán, que invitó a Rajoy a «reflexionar» sobre lo ocurrido ayer en Cataluña, donde «las calles -dijo- se han comportado como siempre, con convivencia, paz y alegría», con «la normalidad más absoluta».

«DEMASIADAS CLOACAS»

Según Puigdemont, «hasta el último minuto hay tiempo para el diálogo, de forma que, si el Gobierno español quiere sentarse a negociar y a hablar de qué manera los catalanes podemos votar, podemos hablar de todo». Sin embargo, añadió: «Me temo que esto no será posible, es muy difícil que puedan cambiar en su lógica de pensamiento único».

Para el president, existe un «conflicto político al que le ha faltado mucha política por parte del Estado español y le ha sobrado demasiada justicia, demasiada policía, demasiadas cloacas».

A diferencia del año pasado no participó en el acto reivindicativo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, si bien sí asistió el primer teniente de alcalde dela ciudad, Gerardo Pisarello, coincidiendo con el debate sobre si el consistorio barcelonés cederá o no locales para la celebración del anunciado referéndum.

Pisarello admitió contactos entre el consistorio barcelonés y el Govern sobre el 1-O, después de que Colau reiterara por la mañana que hará «todo lo posible» para que se pueda votar sin que peligre la «seguridad de la institución y los trabajadores».

El expresidente catalán y presidente del PDeCAT, Artur Mas, citó expresamente a Colau, a la que instó a que «tome nota» de la manifestación de la Diada y «se dé cuenta de dónde está la gente que quiere votar».