Curtida en mil y una batallas internas desde que se afilió a las Juventudes Socialistas, Susana Díaz se deja querer y esboza el triunfo de las pasadas elecciones europeas (perdió votos, sí, pero recuperó la ventaja sobre el PP) como mejor símbolo de "los nuevos tiempos" que se avecinan y dice representar.

Díaz nació en el popular barrio sevillano de Triana hace 40 años en el seno de una familia humilde, por lo que no se cansa de repetir que pudo estudiar Derecho gracias a la política de becas que implantó el PSOE de Felipe González. Dicharachera y simpática, amante de su tierra, rompe los estereotipos de la izquierda: adora la Semana Santa y el Rocío -donde esta semana realizó una ofrenda--, se confiesa cristiana de base y ha sido catequista. Le gustan los toros, en especial Morante de la Puebla, y es forofa del Betis, aunque en alguna ocasión piropee a Cristiano Ronaldo. En su álbum de fotos no falta el paseo en coche de caballos el día de su boda con José Antonio Moriche, al que conoció militando, o su salida en la cabalgata de Reyes. Pero su pasión, sin lugar a dudas, es el PSOE.

Hace cuatro años, apenas la conocían más allá de Sevilla, donde fue concejala y donde se movía a sus anchas por la agrupación socialista local, la más poderosa de ese monstruo que es el PSOE andaluz. De hecho, ha sido secretaria de organización de casi todo. Entre los socialistas sevillanos empezó su meteórico ascenso, sin dudar siquiera en sacrificar a sus padrinos para salvar el partido cuando -los ERE obligan- la corrupción empezó a enseñar sus garras. Aprende rápido (José Antonio Griñán la pulió con películas y libros) y sabe aprovechar todas las oportunidades, de ahí que no tardase en dar el salto a la Ejecutiva regional y ahora medite si tomar el tren hacia Ferraz.

El derecho a decidir

Su carácter de trabajadora incansable y mujer decidida le permitió ser la muñidora del pacto con IU con el que los socialistas pudieron mantener el poder en la Junta. Sus detractores señalan que le falta cierta mano izquierda, lo cual se demostró recientemente en el pulso con sus socios a raíz del desalojo de una corrala, y que puede ser "más temida que querida". Su imagen como mujer de Estado se asentó en octubre, apenas un mes después de ser investida formalmente como presidenta de los andaluces. En un multitudinario acto en el Hotel Ritz de Madrid, la flamante lideresa se mostró clara y directa sobre asuntos de índole nacional, especialmente Cataluña, un tema en el que Díaz hizo una encendida defensa de la unidad de España. "Cuanto antes desmontemos la trampa del derecho a decidir, más fácil será la salida. ¿Decidir qué, la independencia de Cataluña? Ese derecho no existe. A ese nos oponemos". No dudó en repartir culpas: PP y CiU, pero también el expresidente socialista del Gobierno José Luis Rodriguez Zapatero, convertido ahora en uno de sus principales valedores. "No fue un acierto afirmar que se aceptaría cualquier texto del Estatuto que viniera de Cataluña", dijo sin ningún complejo. Días después, la presidenta andaluza forzó que el PSOE apoyara una iniciativa de UPyD en el Congreso de los Diputados en defensa de la Constitución y en contra el derecho a decidir. El discurso no ha variado con el tiempo, y frases como "los socialistas tenemos un proyecto común que se llama España" o "nadie puede echarnos de la Constitución" se han repetido en diversos foros. Ahora, no duda en enarbolar la Carta Magna como referente frente al cuestionamiento de la monarquía, aunque bien es cierto que propone una reflexión serena para modificarla porque entiende que las costuras de 1978 están saltando. Una puesta al día que ya trasladó al 'president' Artur Mas cuando se entrevistaron el pasado mes de febrero, o incluso al rey Juan Carlos en las dos veces que se han reunido. Su agenda también ha incluido encuentros con los responsables de las grandes empresas del IBEX 35. Con estas consignas es como ha forjado su imagen de faro del PSOE al que todos miran cuando el partido se desangra. En Andalucía saben que nunca ha perdido una batalla, e incluso supo salir victoriosa de su frustrada apuesta por Carme Chacón frente a Rubalcaba en el pasado congreso extraordinario. Por eso, no es de extrañar que todos los barones y otros dirigentes nacionales acudieran en tromba a rendirle pleitesía cuando en noviembre fue elegida por aclamación secretaria general del PSOE andaluz. Cerrados todos los conflictos internos y cualquier atisbo de crítica durante las primarias exprés, el cónclave se convirtió en un paseo militar que los socialistas andaluces quieren reeditar en el próximo congreso extraordinario. Como resumió en el Ritz el alcalde de Zaragoza, el socialista Juan Alberto Belloch, "ha nacido una estrella".