La pasada semana, María Gimeno escenificó en el Paraninfo de la Universidad una performance en la que denunciaba el olvido de la mujer a lo largo la historia del arte. Hoy, en pleno siglo XXI, la situación no parece que haya cambiado mucho, o al menos no todo lo deseable. «No hemos avanzado nada, o muy poco, y lejos de ser una situación normalizada está claro que queda mucho por hacer». Quien habla es Chus Tudelilla, directora de la galería La casa amarilla, que junto a Asociación Cultural Nómadas para la creación han elaborado el primer informe del Observatorio de género en las artes visuales en Aragón, donde se constata que la presencia femenina en las exposiciones realizadas en la comunidad durante la temporada 20017/2018 sigue siendo claramente discriminatoria, «sobre todo en las salas y museos dependientes de las instituciones públicas» en las que las mujeres artistas que han expuesto apenas son el 29% frente al 40% que se considera el mínimo en criterios de igualdad.

PÚBLICOS Y PRIVADOS / El informe abarca las exposiciones realizadas entre septiembre de 2017 y julio de 2018 en 32 espacios de la comunidad en los que se celebraron, al menos, tres exposiciones de arte contemporáneo. De estos espacios, 7 son museos y centros de arte, 12 son salas de exposiciones públicas, 4 son salas de exposiciones privadas y 9 son galerías de arte. En ellos se celebraron 161 exposiciones, de las cuales 128 fueron individuales y 33 colectivas, y participaron 576 artistas (128 en las individuales y 448, en las colectivas).

De los datos recogidos (que pueden verse en el gráfico adjunto) se desprende que la iniciativa privada cumple la exigencia mínima del 40% de presencia de mujeres artistas, mientras que las administraciones públicas quedan lejos, con un 29%. Eso sí, si solo se cuentan los siete museos, la proporción desciende de forma alarmante al 18%. En general, en el sector público las cifras son muy parecidas en las salas del Gobierno de Aragón (27%), y las del Ayuntamiento de Zaragoza (33%).

Tudelilla asegura que el informe «no busca valorar la política de programación de los responsables de las salas, sino examinar cómo está el panorama con el objetivo de corregirlo». Sin embargo, el informe y la directora de La casa amarilla sí consideran «alarmante» que salas como La Lonja, o museos como el Pablo Gargallo y el Pablo Serrano estén por debajo del 15% y que ese porcentaje se consiga con las exposiciones colectivas, «pues entre los tres espacios solo se programó una muestra individual de una mujer», dice, en referencia a la de Cristina Huarte en el Pablo Serrano.

En el caso del Ayuntamiento de Zaragoza se destaca también la descompensación entre las diferentes salas: de sus ocho espacios, cuatro cumplen con el criterio de un 50% o más, incluida la sala Juana Francés de la Casa de la Mujer, mientras que otras cuatro (Pablo Gargallo, Centro de Historias, La Lonja y Montemuzo), quedan muy por debajo.

Más. En el caso del Gobierno de Aragón, solo el Museo de Huesca cumple con el criterio de igualdad, el Pablo Serrano queda muy lejos y la única presencia de mujeres en el Museo de Zaragoza se realizó en una colectiva.

Asimismo, en el Paraninfo de la Universidad solo se programó a una mujer (Columna Villarroya) y fue en una sala secundaria. También se resalta que en las dos salas vinculadas directamente con Goya, gestionadas por Ibercaja y la Fundación Goya-Fuendetodos, no se haya programado a ninguna mujer.

Por el contrario, más de la mitad de las salas privadas (7 de 13) cumplen con un 40% de programación de mujeres. Solo dos galerías y una sala privada (CaixaForum) tienen menos de un 33% de presencia de mujeres.

Por último, la discriminación a la hora de exponer no solo es una cuestión cuantitativa sino también cualitativa, pues los espacios más representativos de Zaragoza no llegaron al 33% de mujeres, mientras que los que programaron más fueron galerías de arte (Finestra, La casa amarilla, A del Arte y Pilar Ginés), o espacios no específicamente artísticos (la Azucarera, Univerdad San Jorge, Centro Cultural Manuel Benito, Joaquín Roncal), a excepción de la Casa de la Mujer.

«Nos tenemos que poner las pilas -dice Tudelilla-, y hacer un esfuerzo para corregir esto pues hay muchas mujeres artistas y muy buenas. Puede ser que a veces no nos demos cuenta, como nos pasa con el lenguaje inclusivo, y resulte difícil llevarlo a cabo, pero ese esfuerzo es necesario y sobre todo en las instituciones, que deben dar ejemplo», concluye.