Ashrita Furman igual te cruza la Gran Muralla china a lomos de un balón canguro, que hace ciclismo subacuático, que se pasa 50 horas seguidas dando palmas. Lleva cuatro décadas retándose a sí mismo y al mundo entero con proezas difíciles de soñar y de lograr. ¿A quién se le ocurriría recorrer 130 kilómetros con una botella de leche en equilibrio, hacer la milla más rápida sosteniendo un bate de béisbol recto con un dedo, tragarse 60 aceitunas en un minuto o inflar 28 globos con la nariz en tres minutos? Solo a Furman, un neoyorquino de 63 años que atesora él solito 750 hazañas inscritas en el Libro Guinness de los récords (mantiene 225). La última, partir con una afilada catana 26 sandías sobre su estómago durante un minuto (y salir sin ningún rasguño). Es un fiera y no tiene rival en su vocación plusmarquista, a la que lleva décadas dedicado. También se gana la vida al frente de una tienda de alimentación sana. Pero parece que no es lo que le gusta.

En total, ha establecido registros en 40 países. Por ejemplo, en el 2005 se agenció el récord Guinness por la milla más rápida a lomos de una pelota canguro, y en el 2003 estableció la marca mundial de hula-hoop en Uluru, en el desierto australiano. Suyas son actividades de nuevo cuño como los malabares bajo el agua (los hizo durante 48 minutos).

Algunas de estas disciplinas son difíciles de describir. Por ejemplo, el año pasado volvió a sorprender al caminar 48 metros y 85 centímetros con una cortadora de césped en equilibrio sobre la barbilla. Ojo, y con la máquina en funcionamiento.