El presidente de EEUU, Barack Obama, ha anunciado este viernes unas serie de cambios en los programas de espionaje que han levantado ampollas fuera de las fronteras de su país y han abierto internamente un debate sobre la privacidad desde que Edward Snowden empezó a revelarlos hace seis meses.

Obama se ha comprometido a dejar de espiar por sistema a los líderes de países amigos y a establecer algunos mecanismos para proteger mínimamente la privacidad de los ciudadanos del mundo.

"A menos que haya un motivo de seguridad nacional convincente, no vigilaremos las comunicaciones de los jefes de Estado y los Gobiernos de nuestros amigos y aliados", ha dicho en un discurso pronunciado en Washington.

Obama ha justificado los cambios en los métodos utilizados en el extranjero por la necesidad de restaurar la confianza de sus aliados y ha reconocido implícitamente que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) se excedió en algunos procedimientos.

No obstante, ha subrayado que su país, "como hacen otros servicios de espionaje", seguirá recabando información "para conocer la intención de gobiernos -en contraposición a la gente—de todo el mundo". "La gente alrededor del mundo, independientemente de su nacionalidad, debería saber que EEUU no espía a la gente normal que no amenaza nuestra seguridad nacional y que tenemos en cuenta sus preocupaciones sobre la privacidad", ha dicho desde el departamento de Justicia.

Sin concretar demasiado en cómo se hará, Obama ha afirmado que, en relación a la "información personal" obtenida en el extranjero, se establecerán límites sobre cuánto tiempo puede ser almacenada y "restringiremos el uso de esa información".