El calendario es complicado y el tiempo apremia. El 2 de julio se constituye el Parlamento Europeo que deberá elegir nuevo presidente y los jefes de Estado y de Gobierno europeos quieren tener dibujado para entonces el puzzle de altos cargos que mandará en la Unión Europea los próximos cinco años, incluida la presidencia de la Comisión Europea. Las negociaciones entre los tres grandes grupos políticos -PPE, Socialistas y liberales- no han desbloqueado la situación y la cumbre que empezó ayer en Bruselas arrancó dividida.

El PPE, el partido más votado en las elecciones del 26 de mayo, se sigue aferrando con todas sus fuerzas a su candidato oficial a presidir la Comisión Europea, el alemán Manfred Weber; Los socialistas, por su parte, al holandés Frans Timmermans; y los liberales, a la danesa Margrethe Vestager. Estas dos formaciones llevan semanas maniobrando para terminar con el monopolio institucional del PPE -que ocupa las tres grandes presidencias de la Comisión, el Consejo y la Eurocámara- o al menos para que los democristianos reemplacen a Weber.

El candidato alemán no suscita el consenso necesario ni entre los líderes europeos, que deben refrendar al elegido por mayoría cualificada, ni tampoco en el Parlamento Europeo, donde se necesita una mayoría absoluta.

«Necesitamos una doble mayoría. No vamos a elegir a nadie que no tenga posibilidades de ser elegido en el Parlamento Europeo. Dos partidos en la Eurocámara (socialistas y liberales) han dicho que no votarán por Weber, así que veremos. No estoy aquí para decir a quién no quiero sino para ver qué candidato tiene el mayor apoyo aquí y en el Parlamento Europeo. No podemos permitirnos una crisis adicional», avisó el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel.

Teniendo en cuenta la negativa de los grupos socialista y liberal en la Eurocámara, ¿tiene todavía Weber alguna oportunidad?. «Es muy competente. Tiene mucha experiencia y creo que (el puesto) le va muy bien. Necesitamos encontrar la forma de decir sí y hasta ahora muchos colegas han estado buscando solo la forma de decir no. Y no debería ser así», avisó el primer ministro letón, Krisjanis Karins, uno de los negociadores del PPE, que ha vuelto a cerrar filas con su candidato.

LOS PRINCIPALES

«Considero que el papel de Francia es intentar buscar una solución constructiva, de no cerrar ningún camino y lograr hacer emerger el mejor equipo para Europa. No me quiero encerrar en un nombre porque quiero ayudar a construir colectivamente», zanjó el presidente francés, Emmanuel Macron, el más crítico públicamente con Weber. Entre las posibles alternativas conservadoras están el francés Michel Barnier, el primer ministro croata Andrej Plencovic, la presidenta croata Kolinda Grabar-Kitarovic, la búlgara Kristalina Georgieva e incluso Angela Merkel.

El problema es que ninguno de ellos cumple el requisito de haber sido spitzenkandidaten en las pasadas elecciones europeas. «En Alemania, tanto mi partido como el Partido Socialdemócrata (SPD) somos partidarios del principio de que el presidente de la Comisión debe ser uno de los candidatos principales. Pero es verdad que no todos los países miembros están de acuerdo», admitió Merkel.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sí respalda, a diferencia de Macron, la figura del spitzenkandidaten para presidir la Comisión. Y su aspirante sigue siendo Timmermans, pese a que fuentes de la Moncloa reconocen la dificultad de auparlo hasta ese puesto. «Queremos lanzar el mensaje de que todas las familias vamos a trabajar en una agenda conjunta. Es importante trasladar una imagen de unidad», explicó Sánchez.

EL 1 DE JULIO

«A la vista de las dificultades, es posible que no podamos hacerle aún una propuesta al Parlamento sobre la presidencia de la Comisión», admitió Merkel. «A veces es más rápido elegir al Papa que repartir este tipo de cargos», añadió el irlandés Leo Varadkar. Los diplomáticos europeos se conforman ya con que la cita sirva para «reducir opciones» e intentar cerrar el pacto en una nueva cumbre extraordinaria que podría tener lugar antes del 1 de julio.