Su primer tuit fue como un grito. De ahí surgió el Club de las Malas Madres. Cuatro años después, ese es su proyecto y su mensaje. Ayer presentó en Zaragoza su gira otoñal, que recala en la Cámara el 7 de noviembre.

—¿Qué es una ‘mala madre’?

—Es una madre con mucho sueño, poco tiempo libre y alergia a la ñoñería. Que quiere cambiar el mundo y rompe el mito de la madre perfecta. Y que lucha a diario por no tener que renunciar a ver crecer a sus hijos o hijas o a su carrera profesional. Y, desde luego, es alguien que rompe ese modelo tradicional de madre que nos hace mucho daño, que seguimos arrastrando y que, muchas veces, nos hace llevar una mochila de culpa que pesa mucho.

--El concepto que fundó se ha convertido en un club con 750.000 seguidoras en todo el país. ¿Cómo nació todo esto?

-Todo empezó con un tuit. Yo tuve que dejar mi carrera como publicista que era mi vocación, después de intentar luchar dos años y de tenerme que quitar una capa de superwoman que no vuela. Que conciliar es muy difícil, sobre todo, cuando no tienes a mano a los abuelos, Y mi desahogo fue por la noche, cuando entraba en redes y compartía con otras mujeres: «oye, ¿a ti por qué te canonizarían como mala madre?» Fue tan liberador sentir que no estaba sola. Que a todo el mundo se le olvidaba la muda. Que llevaban a la niña disfrazada el día que no tocaba. ¡Que no le daban potitos ecológicos y no pasaba nada! Sentir que todas hacemos lo que podemos y somos las mejores madres que podemos ser fue una gran terapia. Como yo, muchas malas madres fueron saliendo del armario. Se identificaron con la idea. Con sentir que no estás sola; que hay más gente luchando por un cambio social.

-¿Por qué hay ‘malas madres’ y no ‘malos padres’?

-Porque somos esa generación puente que arrastra un modelo tradicional de maternidad y a la vez quiere tener metas propias y mantener su identidad. Y nos ha tocado lidiar con un modelo de sociedad complicado en el que, además, nos toca hacer una parte pedagógica hacia ellos. Los roles tradicionales se perpetúan y se destapan en la maternidad o paternidad. Y eso que yo tengo a un lado a un mal padre, que se siente culpable y se implica. Pero no es lo normal.

-Una de las luchas de las ‘malas madres’ es seguir hablando de conciliación...

-Uno de nuestros lemas es No renuncio. Yo tuve que renunciar y puedo luchar porque esto no ocurra. Seis de cada diez mujeres renuncian a su carrera profesional al ser madres. Nosotros queremos visibilizar datos como este y hemos ido más allá. Hemos puesto en marcha el primer servicio de asesoramiento legal y laboral, que ha recibido más de 1.000 llamadas desde febrero. Nos estamos convirtiendo en una voz de la conciliación y más allá del activismo social y político queremos ayudar a las mujeres.

-Hábleme del Malas Madres OnTour...

-El on tour es muy divertido y tiene una magia especial. Las malas madres de otras ciudades nos están reclamando. El día 7, en Zaragoza, queremos hablar de talento, de conciliación, de emprendimiento... Y malamadrear; porque también lo necesitamos. Tendremos a Boticaria García, a la psicóloga Patricia Ramírez, a muchas ponentes... Y a nuestra embajadora en Zaragoza, Sara Palacios, que lleva en esto desde el principio.