La rotura del Canal Imperial de Aragón, el río Ebro a punto de desbordarse, campos y huertas anegadas, carreteras cortadas, municipios incomunicados e innumerables y cuantiosos daños en viviendas, granjas, cultivos e infraestructuras agrarias. Este el desolador paisaje que dejó la espectacular tromba de agua que arrasó la Ribera Alta el pasado 7 de septiembre, y que de nuevo afectó a la zona que en febrero del año pasado sufrió los rigores del temporal.

Hasta 150 litros por metro cuadrado se recogieron en Remolinos, mientras que Pradilla de Ebro quedó incomunicada y los cultivos de alfalfa, maíz y hortalizas sufrieron numerosos daños. Y ello se debe a unas tormentas típicas del fin del verano que, según los expertos se ven agravadas porque "las masas nubosas se mueven muy despacio y descargan más tiempo por donde pasan".

La lluvia fue la causa de que los barrancos desaguaran de forma violenta en ríos que habitualmente no tienen un elevado caudal, y en el Canal Imperial, donde reventó un tramo de muro en el municipio de Luceni. El agua invadió campos y granjas, y se adentró en el pueblo, donde se inundaron cocheras y bajos. La vía férrea se vio afectada en el tramo entre este municipio y Alagón y los pasajeros tuvieron que ser trasladados en autobús.

Idéntica postal se vivió en Remolinos y en Pradilla (uno de los municipios más afectados en el 2003) que quedaron incomunicados por carretera. Así hasta en una treintena de municipios. La furia del agua provocó daños en las carreteras. La circulación por la autopista AP-68 se vio afectada, al igual que en la N-232, que quedó interrumpida en varios tramos. Algunas vías de la red secundaria también sufrieron los efectos de la lluvia y el barro como la A-126 en Remolinos.

La cosecha del tomate, los frutales, el maíz han sufrido serios daños. UAGA ha exigido la inmediata tasación de los desperfectos y la declaración de "zona catastrófica".

El delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández, que recorrió parte de las zonas afectada con el presidente de la CHE, José Luis Alonso, no se pronunció sobre la declaración de zona catastrófica, pero prometió que "habrá ayudas". La visita de la ministra de Agricultura avala los graves daños generados y la necesidad de la colaboración del Gobierno central para superarlos.