Mahfoud es un niño refugiado que vive en los campamentos saharauis de Tindouf, concretamente en El Aaiún. Lleva viniendo a España tres años con la Asociación Um draiga (Amigos del pueblo saharaui en Aragón), y a través del programa de Vacaciones en Paz, el cual permite que los niños y niñas saharauis pasen el verano en España. Y ¿por qué vienen? Para alejarse de los más de 50 grados de temperatura que se dan allí durante los meses de julio y agosto y, sobre todo, para recibir atención médica, porque allí cosas tan simples como conseguir unas gafas o ponerte un empaste, son imposibles de hacer.

Desde el primer año Mahfoud fue un boquiñenero más, se fue adaptando poco a poco a nuestra cultura, aun viniendo de una sociedad tan distinta y, sobre todo, de unas circunstancias mucho más adversas.

El 26 de agosto volvió a su casa o jaima, un hogar que podría ser como otro cualquiera salvo por una excepción: él vive en un campamento de refugiados desde que nació, no en una ciudad o un pueblo, con su gente, porque son huérfanos de patria, no de familia.

El Sáhara Occidental está ocupado por Marruecos desde hace más de 40 años, una ocupación consentida por Europa, lo cual supone que la representación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), a través del Frente Polisario, resulte bastante vana, y que la celebración de la tan deseada MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental) para determinar el futuro del territorio saharaui a través del derecho de autodeterminación, siga en el aire. A pesar de todo, ellos resisten de forma pacífica en uno de los lugares más inhóspitos del mundo.

Para finalizar voy a dar las gracias, pues como dice el refrán: «es de bien nacidos ser agradecidos». En primer lugar, gracias a todas las instituciones y asociaciones que hacen posible que este proyecto siga adelante, ya que los niños saharauis son los mejores embajadores de su pueblo. En segundo lugar, agradecer al Ayuntamiento de Boquiñeni por colaborar con todos los niños saharauis que han pasado por aquí. Por otro lado, gracias a todas esas personas, independientemente de la edad, que se han volcado con el niño y la causa, y por último, gracias a ti, Mahfoud, por tanto.

Como leí en los campamentos una vez: «Aquí no crecen árboles, ni flores, aquí florecen personas», y que razón tenían.