El párroco de Borja, Jesús Garcés, participó en la visita que un pequeño grupo de sacerdotes y seglares de la Diócesis realizó al poblado africano de Segueré, en Burkina Faso, el antigua Alto Volta donde se ha centrado parte de la atención diocesana borjana para apoyar, en la medida de las posibilidades, a las gentes de este territorio.

Segueré tiene actualmente 8.000 habitantes que viven en unas condiciones precarias, una circunstancia que es común a otros poblados de Burkina. Así, no tienen luz eléctrica y hasta hace unos meses tenían que buscar el agua a dos kilómetros. Aunque ahora disponen de un pozo de agua potable en el poblado que se ha abierto gracias a las aportaciones de personas de la diócesis, concretamente 30.000 euros.

Además, se ha construido una pequeña Iglesia para los cristianos, que suponen el 13 % de la población, ya que la mayoría (entorno a un 62%) sigue religiones tradicionales. También se está construyendo una Casa de Voluntarios que en realidad será un edificio multiusos donde se quiere recoger a los niños pequeños y hacer actividades para la mujer y los jóvenes.

Ahora, el siguiente proyecto es la construcción de dos nuevos pozos de agua potable. Igualmente, se quiere ampliar el espacio escolar, que actualmente cuenta con tres aulas en las que estudian 92 niños.

Para Jesús Garcés el viaje al poblado "ha sido interesante, aunque soy consciente que allí siempre queda todo por hacer". Garcés también destaca la "sencillez y la bondad de aquella gente tan pobre, que ha sido muy agradecida y cariñosa con nosotros, además de mostrar un gran respeto y protección por sus mayores, extrema dedicación a las comunidades religiosas, a las obras sociales promoción de niños, jóvenes y mujeres".

Todo ello, a pesar de que la forma de vida en Burkina Faso es dificil. Por ejemplo, sólo hay 1 médico cada 100.000 personas y la mortalidad infantil es del 93,2 x1.000.

JAVIER LERIN DE PABLO