En realidad era algo más que una ermita; era un monasterio cisterciense, con habitaciones para monjes en el Este, caballerizas en el Oeste, en medio el gran claustro o patio de armas desde la puerta principal al Sur y, en el Norte, la iglesia y la sacristía.

El rey Pedro IV devolvió a la Casa de Urrea Paniza, Aladrén y Luco de Huerva. No devolvió Alcañiz de Huerva porque un año antes lo había vendido por 1200 florines a su amigo y consejero Juan Fernández de Heredia, futuro Gran Maestre de la Orden de Rodas. Era señor de Botorrita, Fuendetodos, Jaulín y Tosos, lugar éste que no figura como tal en ninguna de las bulas del siglo XII.

Su auge se produce a partir de la incorporación de habitantes de Alcañiz a Tosos. La guerra destruyó el castillo de Alcañiz y el poblado inmediato no tuvo mejor suerte; únicamente se salvó el monasterio. La peste negra invadió Aragón ese mismo año 1348 y posteriormente Juan Fernández de Heredia adquirió todo el término de Alcañiz de Huerva. Estos fueron los factores por los que los habitantes de Alcañiz se trasladaron a Tosos.

Los Heredia hicieron de Alcañiz un coto de caza redondo, que vigilaron celosamente. Un ejemplo el episodio que refiere Hilario Ansón Luesma en el nº 6 de la revista "Esporga" en el que se narra como un cura de Paniza resiste el intento de tres guardas armados de quitarle un conejo que había cazado. Por el juicio subsiguiente en el Arzobispado de Zaragoza sabemos que en l567 no había eclesiásticos en el Santo, aunque la iglesia estaba bien y se celebraba misa.

La Casa de Fuentes (los Heredia fueron Condes de Fuentes desde el siglo XVI) vendió Tosos y Alcañiz a los Pérez Arnal, que lo vendieron pronto a Juan Ulzurrun de Asanza, de estirpe navarra. Decidido partidario de Felipe V en la guerra de Sucesión, hizo Don Juan méritos para que el rey le otorgara el título de Marqués de Tosos en 1702.

Con este cambio Tosos, Aladrén y otros pueblos del entorno ganaron un ciento por ciento. Los Heredia arrendaban las tierras a pastores, en su mayor parte del Bearne. Los Marqueses de Tosos las arrendaban a labradores y pastores de los pueblos a precio razonable. El coto tuvo siempre un solo guarda y solía ser permisivo.

Durante la guerra civil El Santo quedó deshabitado. Después volvieron a habitarlo las familias del guarda y de un algún colono. Puesto por el marqués en venta, Lobera, un empresario de la comarca, compró la mayor parte para venderla en parcelas. Una sociedad formada por vecinos de Aladrén adquirió en l946 la parte inmediata a su término y, una vez sorteadas las parcelas, los edificios quedaron de propiedad común. Ni antes ni ahora han tenido capacidad alguna de protegerlo ni restaurarlo.

El documento del legado de Ximeno de Urrea en 1.376 cita textualmente, "el castillo y villa de Aladrén y de San Bartolomé y la villa de Luco y de Paniza". Cabe entender que la "ermita" del Santo, estaba dedicada a San Bartolomé, patronazgo que los de Alcañiz transfirieron a Tosos, donde más tarde se le construyó una ermita mucho más cerca. El nombre "El Santo" se refiere a San Bartolomé, que era el titular del Monasterio y Patrono de Alcañiz de La Huerva.

La construcción del monasterio puede ser de la segunda mitad del siglo XII y primera mitad del XIII: Guitart Aparicio dice que los muros laterales son de mampostería, pero gran parte sería de ladrillo. Efectivamente: Gonzalo Borrás, que lo visitó antes, nos da incluso las formas y medidas de los ladrillos de la iglesia. Pues bien; esos ladrillos y los del suelo de las escaleras y habitaciones, se ofertaban apilados en un barrio de Zaragoza.

Un monumento histórico artístico fuertemente protegido por la ley, una joya del gótico cisterciense complementado con el arte mudéjar formando así parte de un pequeño grupo de iglesias de Aragón muy especiales: las de Daroca, Zuera y Montalbán. Los siglos la conservaron y el nuestro la destruyó.

Constituida la comarca, ¿no es hora de consolidar lo que queda? ¿No se ha de notar su influencia en la protección del patrimonio?

L. ALEGRE Y S. ANDRES