El reciente estreno de Un perro andaluz en el Cine-Club Zaragozano parecía que iba a ser el asunto central de la entrevista que Andrés Ruiz Castillo hizo a Luis Buñuel durante los días que pasó en Zaragoza, en julio de 1930, pero Buñuel sorprendió al periodista con una revelación, que así la calificó: «El cine no me interesa; es más, lo odio con todas las vibraciones de mi ser». Ruiz Castillo quedó aturdido. Buñuel le aclaró que el cine ya no le interesaba para cultivarlo como tal arte, «sino como un medio de revolucionar las costumbres, de contribuir a esa gran obra de transformación social». Siguieron charlando de surrealismo, de Un chien andalou y del próximo estreno de La edad de oro en París, en invierno, si todo iba bien. Que no fue.

Las declaraciones de Buñuel en aquella entrevista podrían indicar que tenía pensado el próximo proyecto que, sin embargo, no se haría realidad hasta 1933: Tierra sin pan. En tres años fueron muchos los cambios: Buñuel abandonó el movimiento surrealista; afianzó su compromiso político con el Partido Comunista; mantuvo estrecha relación con los miembros de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, sección francesa de la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios de Moscú; y cambió de posición estética a favor de un cine comprometido políticamente, en detrimento de la vanguardia formalista. Y al hacerlo, se situó en vanguardia de la vanguardia.

Buñuel, durante el rodaje de ‘Tierra sin pan’.

El 27 de abril de 1932 se realizaron dos pases casi privados de La edad de oro en el cineclub Les Spectateurs de l’Avant-Garde, en París. El filme impresionó al documentalista holandés Joris Ivens, que contó a Buñuel su experiencia en la Unión Soviética y sus ideas sobre el documental inspiradas en Robert Flaherty, cuya influencia en Tierra sin pan es notoria: recreación de los hechos con sus protagonistas, en el lugar donde suceden. En mayo, cuando Buñuel comunicó a Breton que dejaba el grupo surrealista, Yves Allégret, su esposa Renée y Eli Lotar decidieron viajar a Las Hurdes tras leer el libro de Maurice Legendre Las Jurdes: Étude de géographie humaine (1927) para realizar un documental, pero las autoridades españolas lo impidieron; de Cádiz los embarcaron a Canarias, donde filmaron Tenerife, sobre la injusta situación de los trabajadores en las plantaciones de plátanos.

EN UN CONVENTO

En otoño Buñuel consiguió el permiso para realizar un documental pintoresco sobre Las Hurdes, adonde viajó para las localizaciones con Alberti, Gustavo Durán, Pierre Unik y Eli Lotar. Ramón Acín aportó 20.000 pesetas del premio que ganó en la lotería al proyecto de Buñuel. El 23 de abril del año 1933 el equipo se instaló en el convento de Las Batuecas: Lotar y Unik llegaron de París, Rafael Sánchez Ventura de Zaragoza y Ramón Acín de los pueblos de Las Hurdes Bajas donde había practicado con los maestros las técnicas de Freinet. Acín, colaborador en el guion, y Sánchez Ventura, ayudante de dirección, fueron cruciales en la comunicación con los hurdanos; Eli Lotar llegó con la cámara de Allégret para rodar Tierra sin pan e hizo fotografías que publicó en la revista Vu en 1935, junto a un texto de Unik, autor del comentario de la película. El rodaje finalizó el 22 de mayo. Al catálogo Tierra sin pan. Luis Buñuel y los caminos de las vanguardias (1999), remitimos.

Fotograma de la película.

El Tercer cartel lírico del Noreste (primavera, 1933) informó que Buñuel estaba ultimando el montaje de un filme que había rodado en Las Hurdes. «Tenemos de esta producción referencias que nos hacen abrigar la seguridad de que el gran prestigio cinematográfico de Buñuel, patentizado en sus últimas producciones surrealistas, conseguirá grados de superación en este documental de la comarca hurdana». En otoño de 1933 la película fue censurada. En diciembre se presentó en Madrid sin sonorizar. Gregorio Marañón, presidente del patronato de Las Hurdes, la consideró un insulto. En abril de 1934, Luis Buñuel y Ramón Acín proyectaron el film en sesiones privadas. En el Sexto cartel de letras y arte del Noreste, primavera 1934, se publicó la siguiente nota: «Hemos presenciado la pasada de prueba de Las Hurdes, documental de Luis Buñuel, cuyas excelencias fueron ofrecidas en una exhibición privada a la que solo asistimos cinco espectadores. Las Hurdes han sido adquiridas por la Fox que pronto la pasará por las salas españolas». La primera redacción del comentario en castellano se modificó en la versión francesa, que tampoco fue la definitiva. En febrero de 1935, la revista Nuestro Cinema publicó el comentario de C. Arconada sobre la película. Como señaló Javier Herrera en el catálogo de la exposición Luis Buñuel. El ojo de la libertad (2000), no pasaron inadvertidas, ya entonces, la permanencia de ciertos rasgos surrealistas y, por tanto, algunas conexiones de Tierra sin pan con Un perro andaluz y La edad de oro, aunque con un anclaje directo en la realidad; y tampoco su rareza.

MOSTRAR LO FEO, POBRE O VULGAR

Arconada vio que la extrañeza residía en que la cámara mostraba aquello que nunca iríamos a ver por feo, pobre o vulgar. La película no invitaba al turismo sino a reflexionar. El viaje a lo desconocido, en la línea de Flaherty, y siempre con el lenguaje singular de Buñuel, es el nexo de las dos partes que Herrera diferencia en la película: las dos primeras escenas, más elaboradas técnica y estéticamente, y acordes con un proyecto de intencionalidad artística; y las centradas en la vida hurdana, más forzadas y dependientes del libro de Legendre. ¿Se comprometió Buñuel a realizar el proyecto de Allégret? En todo caso, y de acuerdo con Herrera, si El perro andaluz y La edad de oro son películas anti-sistema, Tierra sin pan es una obra de arte revolucionaria que denuncia la injusticia del sistema que retrata para reconstruirlo. En Tierra sin pan, Luis Buñuel mostró la miseria e injusticia que los viajes de Alfonso XIII en 1922 y 1930 ocultaron, y descubrió la falsedad de los reportajes heroicos de aquellas excursiones reales; respondió a los artículos de Unamuno de 1913, que no atendieron a los aspectos más penosos; y actualizó el ensayo de Legendre.

El nº 12 de Noreste (otoño, 1935) reprodujo dos imágenes de Tierra sin pan con el siguiente pie: «pertenecen a un documental español inédito», sin más información. El crítico e historiador cinematográfico Manuel Villegas López, solicitó el levantamiento de la censura y logró que en 1936 se proyectase en Madrid. El cine Panthéon de París la estrenó a fines del mes de diciembre, y la mantuvo en cartel hasta marzo del año 1937.

La película, que se había sonorizado en francés e inglés, con una coda final de apoyo a la República, se estrenó en ese mismo 1937, con cortes de censura, en Londres, Bélgica y Rotterdam. El negativo se perdió durante la Segunda Guerra Mundial. En 1941 Buñuel proyectó su copia en la Universidad de Columbia, y en 1965 la reconstruyó. A fines de los 80, la Cinémathèque de Toulouse recibió los descartes de la película que se habían conservado en el domicilio familiar de los Buñuel en Zaragoza.