A la hora de elegir un deporte que practicar hay que tener en cuenta varias cuestiones. Primero, si prefieres que sea individual o de equipo; segundo, que case con tus valores. Esto es lo que hizo Lucía Gan. Empezó los entrenamientos y competiciones introduciéndose en el karate, aunque no acabó de convencerla, y probó con el rugby en el Fénix. El equipo se quedó casi sin chicas y la aragonesa decidió buscar otra afición. Pasó a llamarse Lucía la Piedras.

«No sé muy bien si yo elegí el roller o el roller me eligió a mí», ríe Gan al explicar sus primeros pasos en patines. La de Zaragoza juega a roller derby, un deporte de equipo y de contacto que se disputa sobre ruedas y que también es conocido por los motes o nombres de guerrera que adoptan sus jugadoras. Todo empezó «muy despacio, todo estaba en inglés, había que traer gente de fuera que supiese de qué iba todo esto», explica una de las fundadoras de Sicarias del Ciezo, el único equipo aragonés.

Porque el roller «es un deporte minoritario, cuando el equipo empezó no conocían «casi nada», confiesa Gan. Pero, ¿en qué consiste exactamente este deporte? No mucha gente sabe lo que es una jammer o una bloqueadora. La aragonesa lo explica: «Se juega en una pista ovalada cinco chicas contra otras cinco de las cuales cuatro son bloqueadoras y una es la anotadora o jammer, que se identifica con una estrella y trata de anotar puntos adelantando a jugadoras rivales». Lo más importante para el equipo, por tanto, es «trabajar juntas», asevera Gan; las bloqueadoras tratan de ayudar a su jammer a anotar y, a su vez, tienen que defender para que la anotadora contraria no haga lo propio.

El equipo Sicarias del Cierzo es autogestionado, las veteranas son las que enseñan a la gente nueva las normas del roller derby, siempre teniendo en cuenta que los únicos requisitos para poder participar son tener «tiempo para dedicar al equipo, ir a entrenar porque es un deporte de estrategia, patines y protecciones», asegura. Otra de las características de este deporte es que «todo el mundo es bien recibido» y predica una «ideología body positive», lo que supone que «todos los cuerpos son bien recibidos, necesarios, válidos e importantes en este deporte», determina la patinadora.

Con estas condiciones el equipo reúne cada temporada a unas quince jugadoras que disputan una Liga a nivel nacional, a los viajes van «las titulares fijas y algunas de las chicas nuevas a ayudar con el merchandising y los eventos, también cualquiera que quiera ver el partido», expone la aragonesa. Han llegado a ir hasta Francia, Alemania e Italia para jugar partidos.

Después de nueve años, aquellas chicas que se empezaron reuniendo para pasar el rato han aprendido a jugar, todas juntas. Un trabajo en equipo para un deporte de equipo. Al estar desde el principio, «lo vas creando poco a poco y te das cuenta de que los valores que transmite son iguales a los que tienes», añade Gan. Nombra como algunos de estos la inclusividad y el feminismo. Ella se quedó porque se siente «bien haciendo esto, llena» y si se fuese, apostilla, se quedaría «un poquito vacía».

«Es un deporte que te engancha y te apasiona», dice la aragonesa, a pesar del sacrificio que conlleva: «Entrenamos en Garrapinillos de ocho y media a diez y media y yo por ejemplo me levanto a las seis de la mañana para ir a trabajar. Pero la sensación de haber entrenado, de estar con mis compañeras y practicar este deporte es mucho mayor que la pereza que te pueda dar estar cansada al día siguiente. Es una vía de escape». Nadie vive del roller derby. Cuando Lucía Gan guarda los patines es fotógrafa profesional.