Tite, el seleccionador milagro de Brasil, habló ayer media hora en el Arena Samara, secundado por Thiago Silva, que repite capitanía, en la previa del cara o cruz de octavos contra México (16.00 horas). Ninguno de los dos pronunció el nombre de Philippe Coutinho, ni se hizo referencia alguna a su aportación.

¿Olvido? ¿Pleitesía al histrionismo egocéntrico de Neymar? ¿O reflejo del liderazgo estrictamente técnico que ejerce el fichaje más caro de la historia del Barcelona? Porque sin los goles del volante, siempre abriendo la lata, contra Suiza y Costa Rica, este último en el descuento, y su asistencia de GPS a Paulinho en el 1-0 ante Serbia, la canarinha estaría en combustión autodestructiva.

El guión se ha repetido. Philippe juega. Philippe marca las diferencias con su clarividencia. Y, luego, Philippe desaparece. Es el protagonista invisible. Mientras, Brasil sigue riéndose con miles de memes de Neymar en las redes sociales, se pregunta cuál es su evolución física y opina del nuevo corte capilar, ahora sin tinte, que hoy estrenará en la sauna de Samara, un feudo electoral de Vladimir Putin.

Coleccionando MVPs, tiene dos y sirvió el tercero en bandeja a Paulinho, Coutinho disfruta con su rol. «La estrella es el equipo, nuestro principal diferencial es el colectivo», se aferra en sus austeras comparecencias, donde es casi imposible sacarle un titular. No es una táctica, como en su día reconoció que hacía Carles Puyol, sino el reflejo de su carácter retraído, tímido e introvertido. Es la antítesis de Neymar, con quien compartió la condición de menino prodigio y complicidades de adolescentes cuando se conocieron con 14 años en las categorías base.

Su eclosión en Rusia no es fruto del azar y del paternalismo de Tite. Scolari cerró el grupo un año antes, en la Copa de las Confederaciones. Demasiado pronto para Philippe, que solo llevaba seis meses en Liverpool. Su solvente temporada (13-14), creando una sociedad futbolística consistente con Luis Suárez, no ablandó al técnico gaucho.

Ahora, en su primer Mundial, no tenía tiempo a perder. Por eso, apretó lo indecible para adelantar su salida de Anfield hacia el Camp Nou, lo que coincidía con los intereses del Barcelona. Quería el futuro decidido y no ser carne de especulaciones y tensiones como le ocurrió antes al pedir, sin éxito, el transfert request.

Del punto de físico, Coutinho ha crecido. El preparador físico, Fábio Mahseredjian, explicó la evolución de Philippe, con quién trabajó en la Copa América 2015 y relató, de forma sorprendente, que al volante no le gustaba el gimnasio cuando jugaba en Liverpool. Aquel mismo día, descubrió algo que el futbolista nunca había expuesto: desde hace casi dos años trabaja con un profesional su puesta a punto, algo que todos los cracks de talla mundial tienen. Equilibrando la musculatura, ha evitado las lesiones por fatiga que sufría.

El 10 de Brasil, el mismo dorsal de Romario en 1994 o Ronaldinho, impone. «Es el mejor jugador de Brasil. Nadie duda del talento de Willian o Neymar, pero quien marca las diferencias es Coutinho», advierte Osorio, el seleccionador mexicano, que hoy le tendrá enfrente.