El IXCentenario de la incorporación de Zaragoza (18 diciembre 1118) a los dominios de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, apenas fue recordado por el ayuntamiento de la ciudad, que se limitó a acudir como mero oyente pasivo a la comisión que organizó diversas conferencias y exposiciones dentro de un popurrí de conmemoraciones centenarias: la Taifa (1018), la Casa de Ganaderos (1281), el arzobispado (1318)…

Pero hubo dos instituciones, una pública (la Diputación de Zaragoza con su entonces diputado Bizén Fuster) y otra privada (la Fundación Caja Rural de Aragón, de Bantierra), que se coordinaron para organizar un exitoso ciclo de cuatro conferencias teatralizadas en la magnífica sede central de Bantierra en Zaragoza, a las que asistieron más de 2.000 personas, y otras once más en localidades del entorno (Belchite, Zuera, La Almunia…), y que congregaron a otras 2.000 personas más. Esas conferencias teatralizadas, en las que la compañía Los Navegantes realizó una magnífica puesta en escena, supusieron, sin duda, la más destacada aportación cara al público de los diversos actos que en ese año se realizaron en Zaragoza y otros pueblos.

La memoria humana es flaca y más cuando se convierte en selectiva, parcial y excluyente; así se hace cuando en un artículo publicado el domingo pasado por Guillermo Fatás en Heraldo de Aragón se silenciaba todo lo hecho y solo se recordaba como aportación al IX Centenario una serie de seis conferencias, editadas por la Real Academia de la Historia (RAH) y colgadas en el canal de You Tube, olvidando la aportación de la DPZ y Bantierra, y esos otros ciclos, que también los hubo.

DEJADEZ

Por cierto, si alguno de ustedes sufre de insomnio, acentuado además en estas calurosas noches de sofoco estival, pónganse en el móvil alguna de esas conferencias de la RAH, una institución tan rancia como caduca que contribuye eficazmente a que la gente huya despavorida de los historiadores, y les aseguro que quedarán sumidos en el más profundo de los sueños en un plis plas; mano de santo, créanme, para quedarse dormido como un angelito.

El Ayuntamiento de Zaragoza, gobernado entonces por ZeC, ni supo ni quiso conmemorar un acontecimiento que cambió para siempre la historia de la ciudad, pero hubo instituciones como DPZ y Bantierra que sí lo hicieron, y que apostaron por llevar la historia a la mayor cantidad de gente posible de una manera didáctica, atractiva, amena y asequible. Aunque algunos se empeñen en silenciarlo.