Tenía curiosidad por saber quiénes eran esos abogados cristianos que están denunciando todo el rato «en defensa jurídica de los valores cristianos». Lo último, por la bandera LGTBI en los ayuntamientos. Así que entré ayer en su página web y ya lo he entendido: es un grupo de profesionales que ha buscado un nicho de mercado y se ha lanzado a por él. Es una estrategia básica: Arriaga Asociados se ha especializado en defender los derechos de los consumidores de banca y los abogados cristianos han buscado un target diferente: el de los ofendiditos. Para defender causas que ellos consideran de interés para su público, piden donativos, con los que supongo que no dejan de ser un bufete de abogados al uso, que en vez de clientes, funciona a base de calentones. Entren en la página: ya llevan 50.000 firmas para impedir que se derribe la cruz del valle de los Caídos. Algo que, hasta donde yo sé, no va a producirse. O sea, se adelantan a la realidad, crean la noticia y luego te defienden de ella. Por una donación, eso sí. Se definen como una asociación sin ánimo de lucro, pero los procesos hay que pagarlos: eso no es lucro, es pagar a los profesionales por su trabajo. Si da la casualidad que esos profesionales, como les decía, se montan ellos solos los casos y luego piden dinero para defenderlos, pues olé por ellos: han inventado la cuadratura del círculo. Lo explican así: de cada céntimo que reciben en donaciones, el 84% va a financiar sus servicios en los tribunales; el 10% a gastos de administración, y el 6% restante, a captar nuevos socios. Y con la ventaja añadida de que da igual ganar o perder: sus querellas suelen tener poco (o ningún) éxito pero hacen mucho ruido.

*Periodista