En su primer mensaje de Fin de Año como presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall dejó claro que preservar usos establecidos no va a socavar el cambio de estilo y de maneras de actuar que ha prometido, y que honrar el pasado tampoco va a lastrar su mayor preocupación por el futuro. Fue una declaración de intenciones para mitigar la "conmoción", "desconcierto" e "incertidumbre" que, según él, anidan aún en ciertos sectores sociales al consumarse una alternancia democrática que ha tardado 23 años en producirse. El presidente catalán apeló, en definitiva, a la necesidad de ahuyentar "el miedo".

Sólo unas horas después de que Maragall hiciera este retrato parcial de Cataluña, su conseller de Medio Ambiente anunciaba en su primera visita a las Tierras del Ebro que en un plazo de tres meses la Generalitat presentará ante la Comisión Europea un informe sobre el impacto que tendrá el trasvase, junto con un plan alternativo de uso y gestión del agua en Cataluña con el objetivo de justificar la garantía de abastecimiento y "dar respuesta" a la necesidad de recursos hídricos de todo el país respetando los caudales y las directivas europeas. Todo un programa de presente y de futuro, tan escueto como ambicioso.