Los vecinos, propietarios de la pared sobre la que se pintó un espectacular mural en la zaragozana calle Santiago, han ejercido sus derechos y el ayuntamiento se ha visto obligado a pintar y convertirlo en una pared lisa. Previamente habían dado su permiso para ejecutar el grafito integrado en el festival Asalto, pero con los meses cambiaron de idea. Frente a derechos no hay nada que hacer, más que agradecer que este arte efímero haya podido disfrutarse en un simple y anodino medianil por el que sus propietarios parecen optar.