David, Chusé, Alejandro y Elisa son cuatro hermanos de 16 a tres años que esperan con el alma en un puño que la burocracia no se apodere de sus vidas. Bueno, Elisa no sabe lo que es la burocracia, sólo sabe que unos señores no dejan que su hermanita Berta llegue a casa. Pero los varones sí saben la trascendencia que tiene ese papel que la DGA no quiere enviar a China para que la pequeña Berta abandone el orfanato camino de la casa de Huesca donde la espera su familia. Y saben también lo desdichado que es para la pequeña Berta cada día que pasa en el orfanato sin los abrazos de sus padres, sin los besos de sus hermanos. Nadie mejor que ellos lo sabe. Tenían cinco, tres y dos años cuando Maribel y Juan Luis los sacaron del orfanato de Huesca y los hicieron sus hijos. "Oye papá", dijo el pequeño Chusé al subir al coche... Tal era la necesidad, su necesidad, de afecto y de identidad que no esperó ni un segundo a llenar de contenido unos papeles.

Por eso vivieron con tanto alborozo la llegada de Elisa, carne de orfanato desde su nacimiento y la reina de su casa desde los once meses. Elisa es china, como Berta, y sus padres quieren que crezcan juntas para que compartan juegos primero y se apoyen la una a la otra después. Pero la burocracia dice que Maribel y Juan Luis son demasiado mayores para adoptar un bebé, como si los 15 meses que separan a Berta de Elisa fueran una generación. "Nos dicen que ya nos darán otra más mayor... deben creer que un niño es como una camisa de El Corte Inglés, que si no te sienta bien la devuelves", se duele Juan Luis.