POLITICA

Los mismos errores

***Luis Aragüés

***Zaragoza

Después de haber dado muestras de democracia interna y gran participación en las elecciones para el Congreso Regional, el PP vuelve a cometer los mismos errores de siempre. Las dos listas hablaron al principio de renovación de los cargos, y la ganadora, a las 24 horas y por medio de uno de sus "barones", el señor López, dijo que de renovación nada. Sólo continuidad. De todas maneras no sabemos qué iban a renovar. Pasa como en las ferias: jamón, chorizo y vino; vino, chorizo y jamón. Sólo que en este caso es Gustavo, Octavio, Fernando; Fernando, Octavio, Gustavo. Han cometido el mismo error de siempre. A los de la lista perdedora, que no eran ni adversarios, ni contrarios ni enemigos, no les han dado tregua. Quizá debieran aprender de Alejandro Magno, que se caracterizaba por ser "magnánimo en sus victorias". Aquí no sólo han hecho leña del árbol caído, sino que lo han rematado en el suelo. Escribo esto desde la independencia de no haber pertenecido ni pertenezco a ninguna familia o grupo dentro del partido. Y desde la perspectiva de mis veinte años como afiliado, habiendo visto esto muchas otras veces. Se hace bueno el refrán español: "Qué buenos vasallos si tuvieran buen señor". Creo que continuará.

TEATRO

Al "gallinero"

***Emilio J. Martín

***Pina de Ebro (Zaragoza)

El pasado 28 de noviembre asistí con mi esposa a la representación de una divertida crítica, cruel y despiadada, de la televisión basura y, sobre todo, de la sociedad aborregada que la alimenta. Nos habían hablado muy bien de ella, uno de mis hijos nos regaló dos de las pocas entradas que quedaban conseguidas a través de Internet. Estaba claro que ni él ni nosotros conocíamos bien la ubicación de los asientos...

Ya nos sentimos un poco incómodos cuando, al entrar y dirigirnos a la puerta principal de acceso al local, nos mandaron dos pisos más arriba, al "gallinero". Conocía bien los pisos altos de mi época de estudiante pero sabida de la profunda, y carísima, restauración que sufrió el teatro, mientras subía, intentaba convencerme de que el resultado iba a ser algo moderno, actual, y no me iba a encontrar con lo que pronto padeceríamos. La fila dos es en realidad la tercera, la que da a la pared, y tiene delante dos hileras de asientos más. Para acceder a tu butaca, si mides más de un metro setenta te encuentras con la imposibilidad para andar derecho ya que la cabeza corre peligro de integridad. Como entramos pronto, y como aún no había nadie delante nuestra, comprobamos estupefactos que, en una representación totalmente visual, desde nuestra posición, solo se veía la mitad del escenario. Cuando comenzaron a llenarse las filas delanteras la capacidad de visión pasó a ser poco mínima y eso si evitabas que coincidiera tu ángulo de visión con las cabezas de los espectadores que también estiraban el cuello para intentar ver algo más... El único recurso que tuve, y que pronto imitaron todos los que allí nos sentábamos, fue levantar el asiento y sentarse encima del respaldo.

Conforme transcurría la obra, en la que nos reímos mucho de cómo se reían de nosotros, me iba dando cuenta de que si acababa aquello sin una rebelión o levantamiento en armas, dado de la incomodidad generalizada de gran parte del público del gallinero, es porque estamos tan adocenados, o más, de como nos querían hacer ver los actores que, con una de sus frases lo dejaron todo dicho "unos pocos son los pastores y todos los demás formamos el rebaño". No puedo entender que exista un sitio tan incómodo e inadecuado. Si es una reliquia histórica que la usen para otros fines aunque, en su restauración, los que la hicieron, y los que la mandaron hacer, para haber conseguido algo digno, debieron ocupar esos asientos dos horas de su cómoda vida en vez de pensar en los ciudadanos de Liliput.