Albert Rivera quiso acabar con Pedro Sánchez y el 10-N ha acabado con él mismo. Aún más, ha hecho desaparecer el centro sociológico del país con la debacle de Ciudadanos. Es una de las dos malas noticias que dejan los comicios de ayer. Los españoles han castigado duramente al partido que pudo propiciar la gobernabilidad de España pero que se obcecó en que el actual secretario general de los socialistas españoles no continuara en la Moncloa y por eso propició pactos autonómicos y municipales un mes después de su subida fulgurante en las elecciones de abril, pero con PP y Vox, al estilo de Andalucía.

Como en el Ayuntamento de Zaragoza. La obcecación antisocialista le hizo incluso quedarse fuera del Gobierno de Aragón tras el 26-M. Y ayer, Rivera y Cs se quedaron muy tocados al perder la representación en trece comunidades autónomas, entre ellas Aragón, lo que viene a demostrar que ha naufragado su radicalización hacia la derecha. Y lo que es peor. El líder de Cs, que debería haber presentado anoche mismo su dimisión, ha conseguido que el centro político y sociológico de este país no esté en un partido sino en dos, el PP y el PSOE. Lo que significa que provoca un repunte del bipartidismo en España, algo a lo que también Rivera vino a eliminar. Ayer, PSOE y PP sumaron más de 200 escaños de los 350 del Congreso. Un naufragio muy difícil de recomponer. Ese bipartidismo se aprecia claramente en los resultados en Aragón, donde socialistas y populares aumentan su representación. Y en la comunidad, el PSOE, además, crece más que en otros puntos del país.

La amenaza de Vox

La segunda mala noticia de ayer está en la seria amenaza que representa el auge de Vox en todo el país. El porcentaje de la ultraderecha en el parlamento español todavía no es tan alto como en otros muchos países de Europa, pero el partido de Abascal es uno de los vencedores. Un dato que debe hacer reflexionar al resto de formaciones políticas, sobre todo a los que pactan con ellos, radicalizando sus discursos. Porque el 10-N deja claro que pasamos de las tres derechas a prácticamente dos y lo peor es que el PP solo tiene a Vox para pactar, por lo que los populares tendrán que saber gestionar sus discursos y sus apoyos. Los españoles, una vez más, han dicho que prefieren las marcas originales que las marcas blancas. suerte que en Aragón la extrema derecha no da tantos avances y de hecho solo repite el escaño de Zaragoza.

El voto refugio en Aragón

Quizá el voto refugio en Aragón tiene un nombre muy claro: Teruel Existe. Es evidente que el colectivo social emociona y contagia, focaliza el serio problema de la despoblación en la política española y es un localismo que se vive con mucha intensidad en la provincia aragonesa. Y sobre todo se siente más en el mundo urbanita, de ahí que en la capital haya conseguido más del 40% de los votos, lo que supondría mayoría absoluta en la alcaldía de Teruel.

Pero ahora tiene una máxima responsabilidad Teruel Existe. Su prueba del 9 vendrá a la hora de votar las políticas transversales en el Congreso y en el Senado porque no solo se discute sobre despoblación en las cámaras. Además se corre el riesgo de entrar en una dinámica peligrosa para un país que en estos momentos más que nunca necesita cohexión. No es hora de tensar al Estado y no podemos entrar en subastas por los distintos territorios. Lo de Teruel Existe es un gran triunfo pero es un peligro convertir en actor político lo que hace veinte años solo era un frente común social.