Zaragoza es una ciudad amable, eso es algo que todo visitante reconoce. Debemos entender, por tanto, que quienes vivimos en ella tenemos ese carácter, al menos una mayoría. Con ese punto de partida la conclusión parece evidente: los zaragozanos tenemos una buena relación con nuestro entorno y con nuestros convecinos.

Para que esto sea así es preciso que todos pongamos nuestro granito de arena pero, muy especialmente, quienes nos gobiernan. Dado que estamos al inicio de una legislatura municipal me voy a permitir escribir una carta a los Reyes Magos a nuestros ediles.

Lo primero: las personas. Hay quienes tenemos medios económicos para vivir bien sin precisar apenas de ayudas, pero los hay que no. Tendríamos que dar un empujón para conseguir para la mayoría un mínimo vital digno. Por las calles se ven pocos indigentes, esa es la verdad, pero los hay y por mucho que sea difícil imponerles algunas normas, hay que hacer el esfuerzo necesario para mejorarles sus condiciones de vida. Hay personas mayores que viven solas, es su derecho y lo ejercen, pero deberíamos tejer una tupida red de complicidades para evitar la ingrata soledad y, peor, los percances precisados de asistencia. Sería suficiente con que se siguiera el camino recorrido por Luisa Broto, la anterior vicealcaldesa, cuya labor en este campo ha sido digna de admirar.

Y nos gusta pasear y desplazarnos de un lado a otro, a veces a pie y otras en vehículos. Para andar es imprescindible que las aceras estén en buenas condiciones y no hay barrio en el que esto ocurra. Si digo que hace más de treinta años que no se renuevan no creo exagerar. En el centro (¿pasean por nuestras calles los ediles?) y en los barrios, por todos sitios el tropiezo está a la orden del día. En cuanto a la movilidad, deberíamos ser más radicales en echar a los coches del centro, por salud ecológica y por hacerlo más amable. Tenemos una buena red de autobuses públicos y el tranvía juega un importante papel para los afortunados que viven en zonas de su influencia. Una segunda línea sería magnífica aunque hoy es posible que no sea imprescindible

La población española envejece sin remedio. Tenemos unos índices de natalidad de los más bajos del mundo y, por ese camino, vamos hacia ciudades pobladas de personas de tercera edad. Y algo que valoramos mucho a edades avanzadas es la seguridad. España tiene unos índices magníficos en este campo, dentro de cuadros comparativos con los países más avanzados del mundo, y Zaragoza está entre las ciudades más seguras de España. Dicho esto, ¿se puede hacer más? Pues sí, siempre se puede hacer más. Yo comenzaría por prohibir esos estúpidos anuncios que venden la seguridad que no dan y que asustan a los más sensibles en aras a un magnífico negocio. Pero, entrando en lo posible, deberíamos exigir más coordinación a las policías nacional y local, factor decisivo en la mejora de la seguridad y buscando más tranquilidad subjetiva, también importante, la presencia de los agentes municipales se debería incrementar por las calles, a pie o en vehículos, bicicletas incluso. Y que cada cuerpo se dedique a lo suyo sin pretender ejercer competencias de los demás.

Hay ciudades en las que se podría comer en el suelo, dado el nivel de limpieza que tienen. Citaré a Oviedo como ejemplo. Y Zaragoza no está entre ellas. Hay zonas de la ciudad, incluso céntricas, en las que no ha pasado una escoba en los últimos cincuenta años. Quien quiera hacer una comprobación que pasee por Antonio María Claret, desde Goya hasta el campus universitario. Esos artefactos tan modernos que nos venden las empresas de limpieza no sirven de nada, esparcen la porquería, dejan un reguero de agua que aparenta frescura y sustituyen a diez operarios que serían mucho más eficaces.

La cultura, una de nuestras señas de identidad. Los aragoneses pasamos por ser muy creativos y mi opinión y los hechos creo que están en esa línea. Hay que profundizar en este campo, se puede hacer mucho más. Concursos de literatura, de verdad, no amañados por los intereses de quien los gestiona, con premios acordes a la importancia de la ciudad. Teatro, escenarios callejeros, música y museos. No debemos pretender convertirnos en Málaga, ya conocida como ciudad modelo en ese campo, en eso se tardan muchos años, pero sí hay que potenciar los existentes, los tenemos y muy buenos. ¿Cuántos zaragozanos conocen el museo diocesano? Y, en este sentido, las iglesias. Es una vergüenza que magníficos templos, que son de todos, los hemos pagado, estén cerrados. Se deberían realizar circuitos para conocer esas joyas ocultas en manos de la Iglesia Católica.

Potenciemos la cultura, en todas sus vertientes, incluyendo la recuperación de esos espacios (Escuela de Bellas Artes, Teatro Fleta, Imprenta Blasco, Cine Fuenclara, …) hoy en desuso. Y los cauces fluviales, y … .

*Militar. Profesor universitario.