El delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández López, se equivocó ayer al minimizar los actos vandálicos protagonizados el sábado por la noche en el centro de Zaragoza por miembros de grupos antifascistas. Preguntado por la pasividad policial, el máximo responsable del orden público en la comunidad no puede asegurar que se trata de altercados "no graves" y nunca "superiores" a los ocurridos otros años. Pasara lo que pasara otras veces, la obligación de las Fuerzas de Seguridad es evitar que estos actos se produzcan y dañen propiedades públicas o privadas. Pero más tremendo aún es manifestar que "lo que ocurrió es que, para las personas a las que les afectó directamente algún acto puntual, fue muy serio, pero si lo englobamos dentro de lo que suelen ser los actos de este tipo" fueron sucesos "muy normales". Perverso argumento el utilizado por Fernández López, porque siguiendo su discurso puede justificarse casi todo.