La Filmoteca de Zaragoza ha organizado un nuevo ciclo sobre cine polaco contemporáneo. Un país, una cultura, una identidad tan antiguas como desconocidas entre muchos europeos, probablemente entre una mayoría de españoles.

53 guerras, la película que inauguraba el ciclo, dirigida por Ewa Bukowska y protagonizada por Magdalena Poplavska y Michal Zurawski, reúne tanto interés como originalidad.

Cuenta la historia de una pareja de periodistas, uno de los cuales, el hombre, es corresponsal de guerra. Sus constantes desplazamientos a zonas de conflicto serán, al principio, motivo de admiración, de atracción por parte de su pareja, pero, a medida que él vaya encadenando, sin apenas descanso entre una y otra, sus misiones periodísticas, todas de alto riesgo, la convivencia entre ambos comenzará a deteriorarse.

El corresponsal está hasta tal punto obsesionado por su trabajo que cuando regresa a Polonia realmente cree seguir estando en Afganistán, en los Balcanes, en Gambia, Sierra Leona, en Indonesia, en cualquier otro país donde la guerra arda, atizando ese fuego su propia e incombustible vocación. Habla solo, o conversa mentalmente con los líderes de tantas insurrecciones, con francotiradores, con mujeres violadas que le han contado su triste historia para que él, con sus relatos y fotos, intente conmover y mover la opinión pública hacia posiciones de negociación para la paz o inspirar acciones de ayuda humanitaria. Pero poco a poco las muertes, amputaciones, violaciones, todo el horror y la frustración de la guerra le irán haciendo mella y a su obsesión añadirá una suerte de valor suicida, el necesario para consagrar su existencia, sacrificándola, si es necesario, en aras de un mundo mejor.

Pero a su mujer, esa actitud, lejos de engrandecerle a sus ojos, la irá hundiendo en un infierno de soledad y confusión. Su mente, antes tan clara, tan lógica, se irá enturbiando, al vivir en paralelo una realidad dinamitada por fantasmas interiores y creciente angustia. Parábola de dos seres que, ambicionando la felicidad y soñando con transformar el mundo, sucumben a la locura de una violenta realidad. ¿Una metáfora sobre Polonia?