La coincidencia de al menos tres factores como la crisis, el auge de las nuevas tecnologías con internet y una nueva generación de ciudadanos con una tabla de valores que antepone el compartir al consumir, son los desencadenantes del incremento de lo que se conoce como economía colaborativa. Su auge se ha producido como respuesta social, minoritaria todavía pero con un peso que crece día a día, frente al consumo desaforado que ha marcado el proceso económico de las últimas décadas y, en especial las etapas de bonanza, con los resultados conocidos. Emprendedores individuales de sectores muy diversos están generando iniciativas basadas en compartir o intercambiar servicios o pruductos que facilitan un consumo más responsable y menos despilfarrador. Los expertos consideran que ya se está generando una incipiente revolución social con estos mecanismos que tienen mucho de solidarios. En Aragón hay buena muestra de ellos. La participación en esta economía colaborativa no solo produce beneficios inmediatos a sus usuarios sino que, se confía, en que las grandes compañías puedan verse empujadas a adaptarse a los nuevos tiempos. El competir se retrae mientras crece el compartir.