José María Aznar, que es menos inteligente de lo que piensan sus acérrimos partidarios, pero bastante más de lo que creen sus contrincantes políticos, ha intensificado en las últimas semanas su papel de madrastra para que Mariano Rajoy saliera de Blancanieves. Hay que reconocer que Aznar no tiene que esforzarse demasiado para caer antipático, pero dedicándose a ello con premeditación, lo borda, y en Ferraz perdieron el tiempo durante dos meses hasta que un tipo tan listo como Pérez Rubalcaba tuvo que advertir que el que se presentaba de candidato no era Aznar.

Por otro lado, en Génova, donde andan encantados de conocerse a sí mismos, el señor Arriola ha convencido a todos de que el debate es un error, porque con tanta ventaja en las encuestas, a los debates sólo se va a perder. Esperanza Aguirre ganó sin debate, ergo... Claro, que tampoco hubo debate en la primera votación y no ganó, o sea, que esto sirve tanto para ganar como para no ganar, pero hay una diferencia notable, y es que Zapatero no es Simancas. A Zapatero no se le va a ocurrir la teoría Simancas de que debería ganar por ser pobre, tan extravagante como sería la contraria, votar al rico, ni caerá en las torpezas del secretario general de la complicada FSM. Los dos únicos problemas que tiene Rajoy en un debate son que le suda la frente, y que Zapatero es más guapo. Lo primero se cura con una crema adecuada antes del maquillaje, y lo segundo es algo que no se arregla sin debate. Porque, como Arriola sabe, el subconsciente colectivo votará entre el padre protector (Rajoy), y el admirado hermano mayor (Zapatero). Esa es la batalla de imagen ya servida. Y, por favor, un poco de continencia socialista en eso de abrir las escuelas los fines de semana. Se nota que hace mucho que los redactores del programa no van por los institutos de los barrios de una gran ciudad. Si cumplen eso, tendrán que dotar a las escuelas de más policías que de profesores. Antes de proponer jautadas pregunten a los docentes.

*Escritor y periodista