Por las mañanas, a eso de las once, una persona sale del antiguo Anatómico Forense para recomponer los maniquíes rotos colocados en el exterior. El tiempo, como diría Goya, también pinta, y en este caso es el viento el que pone de su parte en este despliegue de piezas blancas, negras y de color carne, que es uno de los platos servidos en el programa En la Frontera . Se trata de una escena deconstructivista, muy vinculada a los usos que anteriormente tenía este tétrico espacio, ganado temporalmente para el arte. En la Frontera sigue bullendo con propuestas de diferente calado y la participación de decenas de autores. Se trata de explorar los límites, el espacio que está más allá, el territorio extremo de los experimentos.

Pero ocurre que, en el ámbito del arte, las fronteras no paran de moverse. Es el cambio constante, la mutación continua que explicaría muy bien Paco Simón. El programa que impulsa Rosa Borraz retomaba un hilo perdido, un ciclo que parecía finiquitado pero que ha salido nuevamente a flote. En realidad se trata de una segunda época, de un regreso de la corriente tras el apagón. Y esto hay que tenerlo en cuenta porque el panorama de la primera frontera y de la segunda no es el mismo. Han cambiado muchas cosas, entre otras las rayas que delimitaban aquellos límites que antes se querían sobrepasar. Está muy bien que en la ciudad ocurran cosas, que el horizonte urbano se agite. Pero hay que buscar que el movimiento se perciba en su conjunto. Que la ciudad esté en lo que se celebra. Y para eso, entre otras cosas, hay que dejar bien claro el programa que se desarrolla. El catálogo no existe, aunque sí hay página web. Además de la difusión de los medios se echa en falta más publicidad, una información que permita que propuestas como las que llevan en su lomo algunos autobuses urbanos --el proyecto Línea 52-- se entienda en el vecindario que espera en la parada.

En la estación de Delicias, a lo largo de sus muros, figura la muestra de Señalítica . El programa municipal debería aplicarse el cuento señalítico para guiarse en este nuevo laberinto. Eso, la difusión, pero también el debate sobre la identidad de una propuesta así debería tratarse ya para el 2005. Entonces se podrían proponer ejes temáticos para confeccionar, con arreglo a algo, a un motivo desarrollable, un menú consistente, un menú de frontera.