La reciente sentencia del Tribunal Constitucional, estimatoria del recurso en su día interpuesto por la Comunidad Autónoma de Aragón, señala un hito importante, un antes y un después en la gestión de los Parques Nacionales Españoles. Ya nada será igual. Es preciso felicitar al consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, y a todo su departamento, pero muy especialmente a los servicios jurídicos de la Diputación General de Aragón, auténticos artífices de la sentencia, acogedora de sus argumentos.

Muchos años llevan ya trabajando muy eficazmente con la debida independencia del color político de turno. La noticia es tan trascendente que algunos ecologistas de salón, de los que limpian pocos montes, han puesto ya el grito en el cielo: era más agradable tirar contra el Gobierno central con el apoyo de los gobiernos autónomicos, de celo fácilmente excitable; ahora sus conquistas deberán ser más locales y sin apoyos. No deja de ser un termómetro de la bondad de la sentencia. En cualquiera de los casos, la noticia se sobrepone al famoso debate de las cabezas de los moros. Mientras unos predican, otros dan trigo. Cada uno elige su forma de gobernar.

*Abogado