Que Marcelino Iglesias no estaba satisfecho con la gestión de María Teresa Verde al frente del departamento de Universidad y Ciencia era un hecho bastante evidente. Lo que no estaba claro era cómo solucionaría el presidente la crisis de gobierno y el alcance de la misma; es decir, a cuántos departamentos afectaría el relevo. Con el cambio de Verde por Alberto Larraz y la vuelta de Luisa María Noeno a la Administración sanitaria del Pignatelli, Iglesias zanja el asunto con una minicrisis y mantiene la confianza en el grueso de su equipo para afrontar una legislatura exigente y de la que se espera la gestión más eficaz de los problemas y la mayor perspicacia ante los retos que debe encarar Aragón. Son tantas las expectativas generadas por el momento político que vivimos, con la amenaza del trasvase desterrada tras años de fuerte tensión y con un gobierno central que puede ser más sensible al papel central de Aragón en la España del siglo XXI, que hace falta un gobierno sólido y que avance con paso firme y con ideas claras. La tradicionalmente baja autoestima de los aragoneses está ahora más alta que nunca. Por eso, conviene pedirle a nuestro presidente que, corregida la deficiencia que tenía su equipo, imprima un nuevo impulso a la DGA.