¡Qué casualidad! Hace justo un año, el ex todopoderoso director de Bankia, Rodrigo Rato, también era portada en los periódicos. Sospecharán que no lo fue por su buen affaire al frente de la entidad. Aquel 7 de diciembre de 2013 fue noticia, cómo no, por la nefasta colocación de preferentes. Un juez rechazó que Bankia devolviese 370.000 euros a un preferentista, y basó su decisión en que "no desconocía la realidad del producto". Habrá casos, seguro, en los que el cliente sabía perfectamente lo que firmaba, pero la realidad, los datos y las denuncias apuntan a que la mayoría de los afectados fueron engañados. Esa realidad dice que 200.000 pequeños y medianos ahorradores siguen sin ver ni un euro de lo que invirtieron, según la Asociación de Consumidores y Usuarios de Bancos (Adicae).

Ahí está él, Rodrigo Rato, exministro de Economía del gobierno de José María Aznar y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional. Ni un "perdón". Ni un "nos equivocamos". Ni un mea culpa ante tantos datos sonrojantes. Lo de esta semana es la puntilla a un escándalo difícilmente cuantificable. Ese informe de los peritos del Banco de España en el que se acusa a Rato y compañía de maquillar las cuentas de Bankia para facilitar su salida a bolsa --un pelotazo para cualquier empresa-- debería tener consecuencias inmediatas. El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ya está analizando las conclusiones de esos peritos responsables de auditar los números de la entidad. Es gravísimo, porque si su señoría ve probado que falsearon los folletos, Rato tendrá por delante hasta 6 años de cárcel. No olviden que ha sido ministro de Economía. En la misma situación se encuentra su sucesor al frente Bankia, José Ignacio Goirigolzarri.

La presunción de inocencia es igual para cualquier sospechoso, pero el informe de los auditores es demoledor. Rodrigo Rato saca balones fuera. Insiste en que las decisiones de la directiva de Bankia estaban "completamente controladas por el Banco de España". En ese caso, ¿por qué ni el Banco de España ni el Gobierno dieron la voz de alarma? ¿Nadie vio nada? El juez tendrá la última palabra. De momento, Rato se aferra a que "no había ninguna intención de engañar, ni ninguna posibilidad de engañar". Hace dos años, el exministro tuvo que ir al Congreso a explicar su gestión de Bankia. Entonces, ya dijo que tenía "la conciencia tranquila por haber hecho bien las cosas". Eso lo dijo antes de que conociéramos el escándalo de las tarjetas black, que le ha costado una imputación por presunta administración desleal continuada al haber "consentido, propiciado y aceptado" el fraude. ¿Seguirá teniendo la conciencia tranquila? Los preferentistas desde luego que sí. Tienen indignación pa' Rato.

Periodista