Los miembros de los partidos políticos españoles se mueven muy a gusto en el maniqueísmo --aquello de que el infierno son los otros-- porque el maniqueísmo tiene la ventaja de que evita el incómodo ejercicio de pensar, pero me empieza a preocupar un poco que eso se proyecte sobre el resto de la sociedad.

Hay en la sociedad en la que vivimos un maniqueísmo oficial sobre hombres y mujeres, a consecuencia del cual un hombre resulta sospechoso de maltratador o de prepotente, mientras una mujer suele considerar como la ciudadana eficaz, inteligente, sensible y casi siempre sacrificada.

Como no vivo en Marte ni en ningún otro planeta, sino en la Tierra, constato que no es extraño tropezarme con hombres sensibles, ni me causa sorpresa encontrarme con señoras bastante burras de mollera, lo cual no quiere decir nada, sino que existen.

Otro maniqueísmo es la aceptación de que la persona heterosexual puede pertenecer a la tipología del racista e intolerante, mientras el homosexual es un ser seráfico, nada violento, generoso, pacífico e integrador. Bueno, la única vez que he escuchado la expresión "jodido negro", se la ha escuchado, precisamente, a un homosexual.

Poco a poco, nos vamos adentrando en el maniqueísmo de que todo inmigrante es un pobre perseguido, que si roba un poco, en fin, es para comer, y que los que hablan del escandaloso número de extranjeros en las cárceles españolas, no son gente que sepa contar, sino peligrosos carcas a los que debemos combatir.

Podríamos seguir con el maniqueísmo del patrono explotador y el sindicalista honrado, el político untado y el administrado honestísimo, etcétera, etcétera. La unión del tópico con el maniqueísmo produce unas alianzas tan fuertes y pujantes que perviven incluso al raciocinio, y nos instalan en una cómoda visión de la sociedad que nos evita la fatiga del análisis.

Por ejemplo, los jóvenes españoles han acaparado los premios europeos de investigación en distintas categorías. No importa: el maduro que se toma un whisky es el bueno; el joven que anda de fin de semana de botellón de cerveza, el malo.

*Escritor y periodista