Miles de niños, por primera vez, empezarán su aventura escolar el próximo curso. Las admisiones en cada centro coinciden, en la mayoría de los casos, con la elección de los padres, pero no siempre es así porque hay colegios que tienen más demanda que oferta. Este sistema de escolarización hace que sea una distribución poco equilibrada. Hay centros donde existe un porcentaje mucho más alto de alumnos inmigrantes o de minorías étnicas que otros, originando una desigualdad en la integración y en la convivencia. Se da la circunstancia que el mayor porcentaje de alumnos extranjeros o de minorías étnicas se agrupan en centros públicos por las ventajas de admisión y gratuidad, algo que no ocurre en la mayoría de la concertada porque, aún teniendo un presupuesto asignado desde la Administración, las familias han de abonar un dinero al mes; como diría Gila: por desgaste de patio. Si añadimos que estos colegios profesan la religión católica, de alguna manera, se están seleccionando familias, primero por su situación económica y segundo por la coincidencia religiosa, dejando así cubiertas todas las plazas existentes sin posibilidades de nuevos admitidos con otras creencias religiosas o que estén en una situación menos favorecida. El propio sistema educativo lleva implícito la enseñanza de diferentes religiones, tanto en la pública como en la concertada, algo que debería darse solo en ámbitos privados. Si la situación cambiara, la Administración podría ejercer mayor control en los centros escolares, exigiendo un porcentaje que equilibrara una distribución mucho más plural de alumnos, como debe ser, mientras no sea así, los guetos seguirán existiendo. Pintora y profesora de C.F.