Un poco de existencialismo no va mal ahora que entramos en la primavera. Siempre me han interesado los avances de la ciencia, especialmente aquellos que tienen que ver con la vida en todo su recorrido y, por tanto, con la muerte como final de ruta. No dejo de maravillarme cuando leo, oigo o veo noticias relacionadas con nacimientos insospechados e impensables hace unos años atrás. Las técnicas de reproducción asistida hacen verdaderos milagros en los vientres de las mujeres. No sé si habrán observado la cantidad de gemelos que se ven por las calles de cualquier ciudad española (se puede ampliar la reflexión a ciudades del mundo occidental). Antes no me fijaba, pero ahora que me hago mayor, y me fijo más, no dejo de ver carritos dobles con bebés repetidos; o niños pequeños que corretean en las terrazas que son clónicos. Los avances de laboratorio son tan espectaculares como ese bebé que nació en China de un embrión congelado hace 16 años. La madre se arriesgó al experimento tras el levantamiento de la política del hijo único. Otro ejemplo de esos que nos hacen abrir mucho los ojos y exclamar ¡Madre mía! es el de la gallega de 62 años (médico de profesión) que se quedó embarazada de un embrión implantado y que según nos cuenta en la tele está tan contenta con su tercer embarazo. También hay muchos sustos con esto de la infertilidad y la inseminación in vitro; tal es el caso de un laboratorio que inseminó a una mujer con un esperma que no era el de su marido. Tuvo gemelos, y cuando al cabo de dos años la pareja se separó, el marido mosqueado por aquello de tener que pagar la pensión alimentaria pidió una prueba de ADN. El resultado fue negativo. No era el padre biológico.

Hay muchas alegrías y también fracasos en hacer explotar la vida cuando la voluntad de la mujer lo desea y la tecnología avanza a velocidad de crucero. Lo que me mosquea de toda esta reflexión a la que me lleva la irrupción de la primavera y de la vida es el desprecio que se tiene en este país a la dignidad de la muerte. ¿Por qué no se legaliza la eutanasia de una vez por todas en España? Hasta ahora el único partido que ha dado un paso por garantizar la universalidad del derecho a morir en paz y con asistencia hospitalaria es Unidos Podemos. Registró en el Congreso una proposición de ley para garantizar su práctica en todo el territorio nacional a aquellas personas que lo soliciten, y que los profesionales de la medicina no sean penalizados. En este sentido, España no es buen lugar para morir, no solo porque los cuidados paliativos no llegan a todos los que los necesitan, sino porque la capacidad de decisión de una persona al final de su vida está muy limitada. O se suicidan directamente.

De la misma forma que los avances médicos ayudan a nacer a la vida de-bemos empezar a preocuparnos y exigir que también ayuden a morir en paz a los ciudadanos que así lo deseen, y que el Estado facilite el camino para terminar con los intolerables sufrimientos finales; por llamarlos en plan fino.

*Periodista y escritora